domingo, 23 de mayo de 2010

Vaga

Hoy despierto completamente asumida de mi condición de vagabunda cómoda. Otra vez me hago la dormida para mi misma, como para autoconvencerme de abrazar nuevamente a Morfeo pero aún así, no me sale. No puedo dormir más de seis horas, pero también me cuesta mantenerme despierta durante las 18 horas siguientes, entonces no sé qué pasa con mi sueño. Me mantengo en vigilia constantemente y es como si nada importante pasara fuera de mi cabeza.

Las ideas abundan como cometas en septiembre. Van volando por ahí dispersas, y me dejan un sabor a caramelo. Lo principal para mí, sin querer caer en la autorreferencia, es tramitar esas ideas en la cola de las ilusiones. Allí las dejo deambular un rato, solas, para que se ventilen o para que algunas, las más débiles, se disuelvan. En momentos como aquellos, en donde me encuentro totalmente apartada de la dimensión humana, me doy cuenta de que estoy siendo víctima de alguna pregunta, ya sea hecha por un profesor, por un amigo o por la señora quisquillosa de la esquina.

Y me quedo completamente callada. Un rato indefinido, no sé si dos segundos o tres minutos y medio, sólo sé que mis cuerdas vocales están más tiesas que la misma muerte. Y pienso que ahí tal vez, debo verme como una retrasada mental. Quizás.

Pero no me importa quedarme callada. Porque no sé que está pasando en el mundo, que de un tiempo a esta parte, no puede dejar de sorprenderme y maravillarme cada pedazo de espacio temporal que degusto cuando respiro. Son aires de mayo, aires de comunicadora cómoda, aires de amor y felicidad.

No hay comentarios: