viernes, 15 de enero de 2010

Sólo a veces

A veces me siento un poco así. Quisiera sentirme de otra forma; no estar aquí sino allá, o tal vez un poco más allá. Me siento así aquí, allá y en cualquier lugar en donde abunde el pensamiento solitario. No dejo de sentirme así, ni con tu risa ni con la absorción de destilados eufóricos; nada me hace feliz más que el hecho de saberme plenamente infeliz.

A veces me siento un poco así. Antes me agradaba, pero ya se me hace insoportable y comienza a agotarme. Y aquella soledad abrumadora que anhelaba no es más que una idea repulsiva que quiero odiar pero no me deja, no me dejas, no me dejan, no me dejo.

A veces quisiera sentirme menos así y más de la otra forma. A veces quisiera ser analfabeta, artista, sombra, nada. A veces quisiera no darme cuenta de cuán viva estoy. A veces quisiera quererte, a veces quisiera que me quisieras.

Hoy no es uno de esos días en donde repito mecánicamente una rutina absurda. Hoy intento no pisar las rayitas de las veredas mientras hago equilibrio entre mentiras y lágrimitas falsas. A veces quisiera sentirme autentica. A veces quisiera que me encontraran, cuando me pierdo a propósito para que me busquen.

jueves, 7 de enero de 2010

Llámame

Mientras pienso en lo feliz que puedes estar siendo durante una de tus tardes cualquiera, construyo castillos de arena mientras juegas con jeringas, ayudando a la gente a morir de maneras mas civilizadas. Yo espero, sólo por mientras, que la ola rompa sobre mi cabeza y borre mis memorias. Comienzo a amar el molesto sonido del celular que rompe el silencio perfecto de mis ganas de no tener ganas y grito: ¡¡LLAMAME!! Llámame ahora que necesito escucharte sin que te enteres que quiero oírte… Llámame que mi batería se agota y empieza a oscurecer, y el frío y el miedo, y las ansias y tu desprecio, llámame ahora que todo comienza a nublarse y a dar vueltas, llámame ahora que puedo escuchar los instrumentos por separado dentro de una melodía compuesta por tus abrazos desvanecidos, llámame ahora porque si no lo haces dejaré de respirar y todo mi mundo, que en el fondo también es el tuyo, se vendrá abajo con ladrillos y sombras.

domingo, 3 de enero de 2010

Viva la vida - Coldplay

Viva la vida, me dices a gritos. Yo por mientras, me revuelco en mis ganas de podrirme y las ansias de cerrar los ojos y volverme físicamente anciana, decrépita e inútil, como mi alma. Mucho tiempo, cuando pase el verano, las tragedias, los años, las mentiras y me quede finalmente abrazada a tu recuerdo absoluto de saber que te mueres. No literalmente, claro. No existen los decesos para mi alquimista favorito, tienes todas las botellas vacías de whisky, ahora llenas de aquel elixir que te hace inmortal e inolvidable. Que recuerdos más bonitos los de tus ojos y el sol de las siete y media de la tarde. Podríamos salir a caminar algún día, tomarnos un jugo de frutilla en la avenida de las ilusiones, doblar en la calle del terror hacia tu casa, a tu sala de estar para ver los Muppets y finalmente fumarnos un cigarro en la esquina de las distancias distantes número 1298.

Tú me dices que viva la vida y yo te digo que así se llama el disco de Coldplay y que no quiero vivir salvo lo invivible. Me dices que no existe esa palabra. Te digo que tenemos la facultad de crear millones de palabras aún no inventadas. Por mientras me cuentas que hay cosas que parecieran no tener sentido, que el pequeño, triste y enfermo mundo no está preparado para cuestionamientos ridículos, las bombas siguen cayendo y no hay suficientes piedras filosofales para abastecer al estúpido mundo de oro y salvarlo de las miserias propias de la vida terrenal y… tienes tanto sentido.

Yo lo único que quiero es escucharte, hasta que se me caigan las pestañas y todo el mundo se transforme en una masa ardiente de algo que explotó por nuestra culpa. Tú me dices que limpie los cajones de tus cartas, que me sacuda las penas, las alegrías, las cosas que sirven y las que definitivamente hay que tirar a la basura. Yo te cuento que lamentablemente debo deshacerme de tu recuerdo de años difusos. No habrá jugo de frutilla, no habrán calles con nombres graciosos, ni tardes de siete y media, ni lágrimas de despedida. No volverán a separarnos los kilómetros, porque es hora de devolverte el “chao” que me diste hace más de dos mil días. Asumir que te mueres siendo inmortal me resulta sumamente complejo, y probablemente sea la razón de mis dolores de cabeza, pero por lo menos comprendo que es hora de empezar a limpiar el desastre.

Viva la vida, me dices a gritos. Y eso es lo que voy a hacer.

Dog days are over - Florence and the Machine

Cuando me asaltan las ganas de romper cosas de vidrio estrellándolos contra la pared inútil de mi propia flojera, recurro a la meditación como última opción. Obvio, soy mujer y además arrebatada; y además la felicidad suele golpearme como un tren en el riel de mis propios dilemas existenciales y la solución más fácil siempre es gritar, romper cosas de vidrio estrellándolos contra la pared inútil de mi propia miseria y luego hacerme la víctima, llorar hasta que se me caiga el pelo para luego levantarme, ponerme maquillaje, volver a hacerme la víctima, aprovecharme de los beneficios de ser mujer y poder llorar en público sin recibir una patada en los testículos, por dos razones: porque no tengo testículos y porque si los tuviera probablemente sería homosexual.

Cuando siento que he perdido las esperanzas de lograr sentirme moderadamente tranquila, la opción más segura es morderme las uñas y correr por el bien de todos aquellos que dejo atrás, como una tonta metáfora de lo que NO DEBO hacer bajo NINGUNA circunstancia.

La felicidad me golpea como una bala en la cabeza. Y mientras yo lo mato a besos, me pregunto si realmente los días de perro se han terminado. Cuán importantes pueden ser las causas de ciertos sucesos mentales que pervierten los pensamientos abstractos. La felicidad me golpea, pero no me hace feliz en lo absoluto. De hecho, me arrastra consigo y me salpica de basura y sesos, y cosas sangrientas que no quiero ver pero que igual llaman mi atención.

“Y nunca quise algo de ti, excepto todo lo que tenías, y eso también lo dejé después, oh” Puede sonar cruel, pero creo que los días de perro terminaron, aunque me agradan los caninos y me gusta también sentirme atropellada por la felicidad de esta forma tan diabólica, creo es hora de correr con un alfajor en la mano para hacer más dulce este momento agrio de muertes de ilusiones/perros/amores/silencios.