miércoles, 19 de noviembre de 2008

¡Cuidado!

Hace poco descubrí que tengo una serie de poderes. Los puedo utilizar sólo cuando mi consciencia no tiene idea de que los tengo, osea, en casos subjetivos en donde la razón se bloquea y da paso a los instintos asesinos que todos llevamos dentro.
En ese brevísimo lapso entre la caída de un vaso y la probable destrucción material de éste, soy capaz de destruírlo antes de que la primera partícula de vidrio toque la superficie, para porsupuesto, dejar la peor embarrada del día.
Sólo quería decir que cualquiera que ose a revelar esta información, cuiden sus vasos e implementos de cristal porque ando con ganas de romper vidrios.

martes, 18 de noviembre de 2008

El submarino amarillo

Tengo ganas de hablarle. De recordar como eran sus frases, como reemplazaba las letras con números o caritas. Tengo ganas de recordarle que aún lo recuerdo.
Se nos hizo tan larga la calle aquel día. Estaba nublado y comenzaba a odiar la ciudad porque todo lo que respiraba era el aroma de tu chaqueta (nuevamente) sobre mis hombros. Hacía frío, tú repetias frases memorizadas para que yo me diera cuenta de que estabas preparado para tu exámen del miércoles.
- ¿Por qué insisten en inventar nombres tan largos y raros? - le pregunté mirando el suelo.
- Porque nos pagan por letra - me respondió, serio. Calmado.
Acabo de ver una palmera pequeña, podía caber en la palma de mi mano. Si pudiese ponerle nombre, le pondría aquel que escogimos para el perro que alguna vez tendríamos si nos casaramos.
- Recuerda que sólo es ficción, jamás me casaria con alguien como tú - le dije, una tarde de agosto. Era nuestro mes favorito porque las clases acababan antes de que el cielo tomara tonalidades rosáceas.
- No te vas a casar conmigo porque te vas a casar con otro - me respondió, lanzandome una almohada - pero te vas a arrepentir, yo tendré mucha plata y mi esposa tendrá muchas tarjetas de crédito.
- Sí claro - respondí mecánicamente.
Podíamos alargar los álamos. Estirar las nubes, mover las cosas con el pensamiento, arrastrar miradas y reirnos en silencio sin producir mueca alguna. Podríamos haber detenido el tiempo y el espacio y quedarnos rodeados de diamantes instantáneos.
- ¿Sabes que es lo que más me duele pollito? - me preguntó, viendo como yo caminaba mirando hacia las líneas del suelo que no quería pisar - que tarde o temprano dejaremos de hablar. Tu te irás al norte, yo me quedaré en el polo norte (aquel más digno) comprarás un perro, tendrás una vida preciosa rodeada de gente que te amará, tendrás un ejército de pretendientes y te vas a olvidar de mi.
(- No hables pelotudeces...) pensé.
- Pero respóndeme... siempre te quedas callada. Por último dime que me necesitarás para limpiarle las mugres al perro chico que tendrás cuando sal´gas del colegio y vivas frente al mar.
(- Que complicado que se me hace no pisar las líneas...)
- Ya, bueno. Si sé que no hablar es tu dialecto preferido. Oye... ¿dejemos de fumar? Es muy feo que tú fumes, pero yo dejaré de hacerlo para que tu no lo hagas ¿ya?
(- Quisiera que te calles un momento... )
Silencio.
- ¿Sabes que es lo que más me duele pollito? - me dijo, con los ojos nublados y la camisa gris ondeando - es que no me quieres ni un poquito de lo que yo te quiero.
Tengo ganas de recordarle que aún lo recuerdo. Y decirle cuánto lo quise y cuanto me ha costado recordar las anécdotas. Siempre anduvimos en el submarino amarillo y sin darse cuenta un día, él se bajo.

martes, 11 de noviembre de 2008

Fotolog v/s Facebook

¿Recuerdan aquel sitio de Internet llamado Fotolog? Sí, aquel invasivo producto de mentes japonesas que intentaban dominar a las masas occidentales proviendolas de sitios personalizados para subir fotos (en su mayoría de gente sacandose fotos a sí mismas, en sus baños y con poca ropa). ¿Recuerdan lo que era ser Fotolog Gold? Aquellos especímenes que se jactaban de pagar tres mil quinientos pesos mensuales por subir 6 fotos diarias y recibir cerca de 200 posteos por fotos del tipo "hola, agregame a efes, si no me posteas una maldición hindú caerá sobre tu descendencia" de personas desconocidas pero que, por increíble que parezca, utilizaban al igual que todos aquel instrumento de perfección llamado "fotoshop".
Todos los que hemos sido parte de la masa internáutica hemos sido abducidos por ciertos prototipos de programas virtuales que nos hicieron pedazos la cabeza alguna vez en nuestras vidas. Son pocos los que pueden decir "yo nunca tuve fotolog", y si realmente pertenecian a ese grupo, puedo asegurarles que se pasaban la mitad del tiempo en Internet revisando Fotologs de otras personas y memorizando sus patéticas vidas.
¡Está bien! ¡Reconozcámoslo! ¡Fuimos tontos! Y algunos seguimos siéndolos.
"Yo ocupo el Fotolog porque gracias a él conocí a mi actual pololo, un día me posteo, le devolví el posteo y nos juntamos en el mall a tomar helado. Ahora llevamos una hermosa relación de tres días", señala Javiera, una jóven pokemona de doce años que fuma un cigarro barato escondida en la plaza frente a su colegio mientras espera que el furgón escolar la pase a buscar.
"Ah, na que ver, yo ocupo Fotolog porque todos mis amigos son de otras ciudades, entonces es como el único medio para cachar como estan porque llamar por teléfono es muy caro", le contesta Carolina, compañera de curso de Javiera, solo que ésta en vez de llevarse un cigarro a la boca, fuma marihuana y mastica chicle con la boca abierta.
"Yo creo que tengo Fotolog porque soy bonita. Entonces me saco hartas fotos con ropa escotada para que más niños me posteen y onda ser popular en las fiestas del colegio. Hace dos meses que soy gold y ahora me reconocen en la calle, siempre dicen "mira ahí va la xpekkitaah__x" y es bacán ser conocida", dice Pekita con mucho orgullo.
¿No tienen vergüenza enanas viciosas? ¡Donde estan sus madres! A mi que me cuesta esto del periodismo integral, ir a preguntar y saber porqué mierda ocupan el Fotolog, veo que las niñitas están perdidas mientras que yo a su edad (no se si por tonta o porque me criaron bien) jugaba con barbies y leía a Papelucho.
La verdad es que los motivos por el cuál se usó mucho el Fotolog son tan variados como números de páginas del mismo. Pero es sorprendente darnos cuenta de cuanto ha bajado el uso del portal fotográfico, ahora que ha llegado ante nosotros la nueva moda de Internet: el Facebook.
Facebook es un sitio web en base a redes sociales creado por Mark Zuckerberg. Originalmente era un sitio para estudiantes de la Universidad de Harvard, pero actualmente está abierto a cualquier persona que tenga una cuenta de correo electrónico. Los usuarios pueden participar en una o más redes sociales, en relación con su situación académica, su lugar de trabajo o región geográfica.
Al comienzo comenzó como un espacio tímido. Eran pocos los que conocían su existencia, y los que la conocian sólo se dedicaban a responder inútiles test que te decían que vegetal eras (ser un tomate era lo más cool) o qué grupo de rock te identificaba más, o uno de los más patéticos, que clase de papel higiénico estaba hecho para ti.
El caso es que a medida que han avanzado los días, pocas son las personas que no tienen Facebook. Se ha convertido en una herramienta de navegación tan importante que incluso los fanáticos de Leonardo Farkas han motivado una posible postulación presidencial del empresario de los rizos de oro, incluso yo tengo que enviar comentarios para un ramo de mi carrera en el portal de Facebook cada lunes antes de las 12 de la noche o me gano un uno.
Las tecnologías a medida que se perfeccionan, ganan más adeptos.
¿Qué es lo que viene después?

¡Tantos noviembres por vivir!

¡Atención mis ávidos lectores! ¡Está confirmado! ¡Moriremos todos dentro de veinticuatro horas porque un meteorito doscientas veces más grande que nuestro planeta, caerá justito donde usted y yo estamos sentados! Oye... para. En serio... ¿Que sucedería con nuestras mentes tan dispersas en caso de cataclismo mundial?
La gente estúpida comenzaría a saquear las grandes tiendas. Suele pasar en las películas de grandes desastres naturales, el típico gordito corre con sus piernas estrechas intentando robar un televisor más grande que él, mientras un huracán destroza la ciudad.
Los más creyentes de seguro caminarian descalzos hasta la primera virgencita milagrosa para rezarle sin descanso, implorandoles el perdón de sus pecados y anteponiendo a sus vecinos para que mueran primero (sus vecinos tenían las grutas más bonitas dentro de sus casas, por ende, los odian).
Los más inteligentes, intentarían ser parte de la NASA e ir ellos mismos a destruir el pedazo de roca interestelar, sabiendo que si mueren en el intento, otro idiota logrará salvar el mundo y quedara como héroe perdido en el tiempo... aún así lo intenta, o por lo menos, arranca hacia fortificaciones subterráneas rodeados de latas de comida, creyendo que con eso podrán subsistir durante años, con duraznos en conserva hasta perder la razón.
Si el mundo se acabara mañana ¿Qué haría?. Es tan trillada la pregunta, la he escuchado en concursos de creatividad radial, a las modelos de miss universo y hasta a mi abuelito Q.E.P.D.
Yo no sé que haría. Comería mucho tal vez... pero eso ya lo hago. A lo mejor no leería las materias de los ramos que me complican... pero eso ya lo hago. Quizás me dedicaría a ver tele varada como una ballena... también lo hago.
Alguien me pidió que escribiera sobre esto y resultó ser que tenía razón. Vivo mi vida como si fuera el último (claro que hay excepciones, si fuera mi último día de vida, tomaría tanto tequila que el meteorito se espantaría de mi borrachera, o nadaria mar adentro a buscar ballenas, pese a que le tengo miedo al agua).
Al final, son tantas cosas las que quisieramos hacer si fuese nuestro último día.
Pero... ¡Atención mis ávidos lectores! ¡Está confirmado! ¡Nos quedan miles de días para disfrutar del fulgurante sol de noviembre... tantos noviembres por delante, nada nos puede salir mal!