miércoles, 30 de septiembre de 2009

Mucho color

Un sueño acaba de revelarme que quiero estar aquí. Ése sueño de colores brillantes me auguraba un futuro muy por lo alto, con una linda casa y bonitos cuadros pegados en las paredes, con el ejercicio de mis manos como arma de trabajo y potenciales codeos con diseñadores con prestigio.
Aún no me explico como llegué allá. No sé que diablos percibió mi inconsciencia durante del transcurso del día de ayer, para haberme producido esa idea general de futuro impecable. Aunque no entiendo muy bien porqué todo lo relacionado con felicidad tiene muchos colores brillantes, quiero creer que se trataba de una trampa de mi propia mente.
Mi lado negativo reflexiona y piensa que quedarme aquí o quedarme allá da exactamente igual. Siempre tendremos la habilidad de forjar lazos con personas que nos hinchen el alma de cosas nuevas y por tanto, producir vendría a ser una consecuencia de tan insospechados actos sociales. Pero mi lado positivo insiste en recordarme que aquí tengo que estar porque la felicidad abunda por montón, que las personas son buenas si se deposita confianza en ellos, que si bien he elegido posiciones bastante ingratas que me relacionan directamente con cosas gubernamentales a nivel micro, las ganas y los sueños no me faltan.
También sé que de sueños y colores no vive nadie. Eso es para los soñadores e idiotas. Pero también sé que la mayoría de las personas soñamos, algunos a colores y otros en blanco y negro. Y eso nos convierte a todos en idiotas que buscamos ser felices, independiente de la intensidad, contraste o brillo que le demos a nuestras vidas.

Diario de una flaca que se cree gorda

Me desperté como siempre, abrí los ojos y me vi a mí misma reflejada en un sueño azul desproporcionado. El sentimiento de gordura otra vez, rondando de manera sicótica entre los más recoditos resquicios de mi conciencia. El azul en mi inconciencia, claramente, porque desde pequeña he creído que parezco una ballena asesina.
Definitivamente mi condición de obesa mental me ha mantenido alejada de una serie de cosas que se unen como si estuvieran pegadas por una cuerda de chocolate.
Me gusta salir a vitrinear ropa, pero me baja tanto el ánimo, me siento tan mal como si hubiera salido sin hígado de mi casa, siento que en cualquier momento me puede dar una falla hepática y tener una muerte súbita de futbolista negro y morir. Pero asumo que debo ir al centro para comprar la ropa de la tienda de Satán. Cuando llego a la tienda y elijo todas las falditas con puntitos y poleritas con brillitos que se vean más o menos XXL, las llevo probador pero allí las cosas no me cierran del todo bien. Peleo con los botones, le echo una cantidad irreproducible de garabatos a mi propio estómago y termino sentada en el suelo, chascona y con lágrimas en los ojos. Pero de pronto una llamita de esperanza se prende en mi ser interior, me ilumina en mi completo estado de hipnosis, como el nirvana de la estupidez, una voz me susurra al oído: “algún día podré ser flaca, no tengo que botar la ropa que me aprieta como paté porque algún día volverán a quedarme”. Y ahí me quedo pensando. Revolviendo mi cartera esperando encontrar alguna pastilla de naranja o azúcar en dosis pequeñas similares. Como una lombriz solitaria, pero obesa.
He pensado en no ir a la fiesta de la flaca Tere. Primero porque la mamá de la flaca Tere es de esas señoras rubias y raquíticas que se pasean en ropa deportiva todo el día, pero que uno sabe que es una empresaria exitosa, o algo así como de película. Y además su flacura me da envidia. En fin, la fiesta de la flaca Tere es con piscina, y todas las amigas de la flaca Tere son flacas como la Tere, al lado de ella yo parezco un tiranosaurio de esos de cuello largo que parecen vacas extraterrestres.
Así es como mi gordura me ha condenado a comprar ropa que no puedo ponerme sin temor a sufrir de bullying, tampoco puedo ir a fiestas que pongan en evidencia mi completo estado de sobredosis de células, en el fondo, estoy soberanamente cagada en la morbidez.
Mi bovina figura se pasea por toda la escuela, imponente como un hipopótamo, haciendo crujir cada pedazo de baldosa rosa, pero a mi no me importa. Asumo mi gordura, la reclamo pero la asumo con dignidad, porque antes de ser cetácea, soy persona con inteligencia similar a la de un rinoceronte, y siento que se me da bien asociarme con animales grandes debido a nuestras proporciones similares.
Pero así es mi día generalmente, me gustaría quedarme y explicarles cuán gorda en situaciones incoherentes me siento durante la mayor parte del tiempo. Mi gordura no tiene límites, y lo peor de todo es que aunque pese 39 kilos y se me vean claramente los huesos de las rodillas, no me hará feliz. Porque nunca se puede estar lo suficientemente flaca, y siempre hay una Flaca Tere al lado que te recuerda que la delgadez se vendía con promoción con el alma y los que llegamos tarde jodimos. Nos quedamos gordos de por vida, sufrientes, con remordimientos de tan solo ver un pan, y mejor no sigo porque esta es una tortura para mi obesa cabeza. Fin.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Vomito de estupideces

"Yo no soy glam" / Tema compuesto por alguien desequilibrado / 2005

Tan fallado que me salio el arbolito
se que no tengo estilo para adornar
buscaré la paz de esta noche tranquila
para mi árbol poder amononar.

Hoy salí a la calle sin pintura
y la gente me miraba al pasar
creo que me salió un lunar con pelo
ay, si sé que eso no es glam.

Pero tu sabes que yo no soy así
y mientras más me explicas menos te escucho
porque tu quieres que yo sea de una manerapero yo no soy asi,
yo soy chana y de glam no tengo nada

Otra vez me siento sola
escuchando los malditos pajaritos
lleve a mi perro a la peluquería
no tengo nada mas que hacer hoy día.

Si pudiera por lo menos cantar bonito
te regalaría una melodia de navidad
compondria un hermoso estribillo
para decirte que no soy glam.



* * * * * *


PAULO:que rico que vengai el prox año paca y me presenti a toas tus amigas diseñadoras
POLLO:obvio
PAULO:y que me hagai una chaqueta
POLLO:tu seras mi modeloco, mi modelo con labio leporino
PAULO:y como voi a estar tonificado puedo ser tu modelo con lavio leporino
PAULO:pensamos lo mismo poio culia!!!!, aveces me da un poco de miedo
POLLO:jajajajajajajajajaja a mi me da risa

Los IN y los OUT

IN: Alojarse en el hotel Hilton.
OUT: Alojarse en una residencial de señoritas.

IN: Ir a tomar chela al callejon y conocer gente piola.
OUT: Ir a tomar dorada entre dos autos en plena calle.

IN: Maquillarse con cosmeticos chanel.
OUT: Echarte esa cuestión que viene en una frutilla.

IN: Ir al cine y no comer cabritas.
OUT: Ir al cine y comerte las cabritas, las bebidas y ademas comerte al tipo que te vendio la entrada.

IN: Decorar tu casa navideña con tonos dorados.
OUT: Poner en tu casa los adornos culiaos que hicimos en basica para la navidad.

IN: Lavarte el ombligo con tu dedo y jabón, luego secarlo y echarle desodorante.
OUT: No lavarte el ombligo durante todo el año y despues pal verano tener una pelusa gigante y hedionda.

IN: Tener un jeep deportivo e ir al barrio inglés escuchando a Mariah Carey.
OUT: Tener un auto con luces de neon, con tapas que rueden de lata, un dibujo de una mina en la puerta y escuchar hip-hop en ingles y no saberte la letra.

IN: Utilizar palabras en inglés en conversaciones de msn.
OUT: Utilizar abreviaciones que representen emoticones en conversaciones de msn, porque no se entiende ni una wea.

IN: Carretear con gente que tenga muchos amigos para asi conocer más gente.
OUT: Carretear con la Daniela Araya, que no conoce a nadie y anda como lapa y no te deja pinchar.

IN: No estar ni ahí con los pinochetistas asesinos, ni con los comunistas resentidos.
OUT: Arrancar de los guanacos, de los pacos y de los comunistas y ademas llevar camisetas de luca con la cara de Gladys Marin o Pinoshit.

***
No hubo filtro, disculpen las molestias.
La culpa fue mía y de un amigo.
Año de la pera.

La maldita primavera

Preparen sus pañuelos porque ha llegado la primavera. Porque en septiembre no sólo se agitan para bailar cueca, sino para sonar aquellas narices congestionadas en el noveno mes del año, victimas de sus alérgicos encantos, suelen también elevarse los fatales índices de suicidio producidos durante sólo 92 soleados y brillantes días florecidos. Por eso, no lo olvide, si está enamorado, suénese antes de suicidarse.

Consumiendo patriotismo

Las fiestas patrias cada año nos saben menos a empanada y a chicha. Sí, en cambio, nos saben a publicidad conducida hacia el consumo de sofisticadas parrillas que prometen entregar el mejor sabor dieciochero. Si hasta hace algunas décadas vestir ropa nueva, pintar las fachadas de las casas y poner banderitas en cada una de ellas sin la presión de recibir un parte por no hacerlo era signo de patriotismo, hoy los chilenos compramos volantines plásticos a quinientos pesos y bailamos cumbia en las fondas, mientras degustamos el amargo y desvirtuado sabor de septiembre. Viva Chile.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Bullying para los matones

Hace veinte años, venía el matón del curso y sin previa explicación, le mandaba un combo en la guata al compañero con frenillos y lentes gruesos hasta dejarlo en el suelo con sangre de nariz. La víctima se levantaba del suelo y superaba los percances que la vida le dio sólo por ser un poco más enfermizo o albino que el resto de sus compañeros. Aún así, éste niño logra en la gran mayoría de los casos, salir adelante sin secuelas de un trauma de por vida. Ninguno de ellos llama por teléfono a sus terapeutas a las cinco de mañana o sufren de crisis de pánico cuando entran a ascensores vacíos.
En la actualidad en cambio, si a algún niño le pegan una patada en la ingle, no puede hacer su vida de manera normal nunca más. Porque el jovencito ha sufrido de bullying y su vulnerabilidad ha quedado expuesta ante la masa de compañeritos idiotas que se ríen al ver la paliza una y otra vez en youtube. Es probable que pasen por una treintena de psicólogos que lo único que le aconsejarán es cambiarse de escuela, sólo consiguiendo volver retraído al niño en cuestión.
El bullying es la nueva forma de nombrar algo que viene pasando hace rato, desde que se crearon los estamentos estudiantiles y desde que alguien se dio cuenta de que golpear a alguien causaba respeto para su sucia persona.
Ahora leemos reportajes sobre el tema en todas las revistas que vienen con los diarios, y más que causarnos preocupación, debería ocuparnos. Buscar soluciones efectivas en contra aquellos pequeños delincuentes juveniles que golpean a sus compañeros. Mi postura no es defender a las víctimas, porque las personas somos totalmente capaces de destruir a otras ya sea por medio de la devolución del combo, una seguidilla de frases hirientes o en el peor de los casos, acusarlos con la mamá, el profesor o el sicario de la escuela. Pero creo que la solución parte por unos buenos correazos para aquellos pequeños agraviadores escolares, retomar el sistema de sentarlos en una esquina mirando hacia la pared y que todos los demás compañeros le peguen patadas. Sé que debe sonar horrible lo que digo, pero esos muchachitos son los futuros delincuentes del país y si no los educamos a punta de patadas, ellos nos patearan el trasero a todos nosotros en un par de años más, y de paso, entrarán a robar nuestras casas mientras sus hijos golpean a lo nuestros.

Momento existencialista

Hoy cargo con unos ojos pintados que no son los míos, sino los que quiero que los demás conozcan. Hoy me duermo con esa nostalgia tan propia de no saber si es correcto tragarme lo que quisiera vomitarles a todos. Se me hace complicado cada asunto no resuelto y cada idea desparramada… cuan vaso trizado se me parte el alma de solo recordar que ya nos queda menos.
Sólo que cada anécdota termina por morir en algún momento. Cuando ya todos recuerdan de qué trataba y no hay nadie a quien deba recordar para qué y porqué estoy aquí. Sólo me ven flotando entre tanta nube de nicotina y palabras carcomidas por el tiempo. Sólo me ven flotando en la nebulosa de no saber donde estoy intentando mantenerme a flote, sólo para que mi mundo no se derrumbe detrás de los portales siniestros de sus ojos, que son mis ojos… que son los ojos de aquellos a los que mastican las macabras frases que escupo con ironía.
Hoy estoy más despierta que de costumbre y siento miedo. Un pánico tremendo de saberme inútil, de saberme insignificante. De estas uñas cortas, de este pelo castaño oscuro que amenaza con mantenerse desordenado, con aguantar cada palabra, con cada aliento infructuoso de la nada que surge cuan fuego artificial en este desierto encantado de llovizna y niebla.
Los colores que mi retina sostiene en cada silencio. En mis intentos infructuosos de parecer totalmente cuerda cuando, sólo quiero fallecer para dejar estar esta coraza mortal que solo me amenaza de gastarse cada día, de despreocuparme por la caída de cada una de mis pestañas porque, al fin y al cabo, sólo son pedazos de aglomeraciones de células… me parece de lo más ridículo soportar aún más tiempo en este invierno boreal de la vida misma que aborrezco.

Mujeres complejas

Somos completa y absurdamente complejas. Las mujeres no sabemos lo que queremos, y mientras el mundo intenta comprender qué es lo que necesitamos para ser felices, nosotras nos quejamos por nimiedad, para hacerle la vida un poquito más difícil (y no por ello menos entretenida) a quienes nos rodean.
Pero no todas somos así. Creo que un noventa y cinco por ciento de la población femenina está loca. Pero de esa locura siniestra que espanta a los pretendientes, por el exceso de zalamería y agobio físico, entre otras características patéticas. Sin embargo habemos un pequeño número de féminas (y no crean que me siento orgullosa de ello) que realmente disfrutamos de encontrarnos en el aire sin saber ni esperar nada, salvo la muerte súbita o un momento de iluminación.
Las mujeres que comprenden más o menos lo que quiero decir, sabemos que cuesta encontrar la felicidad en nuestras propias mentes. Pasamos por intensos periodos de cuestionamientos y nos aferramos con el alma a la libertad emocional. Los compromisos nos aterran y nuestra doctrina de la espontaneidad se va al carajo cuando nos ahogan las frases y momentos amorosos.
Lamento ser tan autorreferente. Sé que aburre leer textos ajenos que tratan de uno mismo, pero también pueden irse al carajo si les aburro. Continuaré dando la lata porque me he aguantado el vómito verbal como tres días y me parece una tortura cargar con esto. Bueno y las mujeres somos así. En realidad todas estamos locas y nos gusta que los hombres sepan exactamente qué es lo queremos sin tener que decírselos, y aunque realmente le achunten a nuestras peticiones, siempre vamos a exigir un poco más, sólo para que ellos no se sientan completamente eficientes. Es la cruel verdad, ellos nunca pueden saber cuan feliz pueden llegar a hacernos sentir, porque nuestra misión en la vida es hacerlos sentir un poco peor de lo que ya se sienten en la normalidad. No es que seamos unas malditas trastornadas, sino que si fuera todo perfecto, sería tan aburrido. Por eso somos completa y absolutamente complejas y esto que he revelado es el gran secreto para comprender que pasa por nuestras mentes cuando nos taimamos. Aplíquenlo por favor y no nos pidan demasiado, que eso también nos aburre.

Superficial: como tú y como yo

Siento cierto resentimiento de la humanidad en general. Un bajón inmenso que se apodera de todo el aura planetario que rodea y cobija nuestras almas. Nos estamos dejando, de a poco, aplastar por ideas tristes y sentimientos oscuros y estamos dejando de lados nuestros principios elementales de seres de luz y alegría.
Se supone que el fin de estar viviendo es alcanzar la felicidad. Para la mayoría, esto se traduce en estudiar una buena carrera, para alcanzar un buen puesto de trabajo para luego poder comprar muchas cosas para comer, viajar por el mundo, sacar fotos para demostrar cuán exitoso puedes llegar a ser y vivir en paz con sus propias consciencias. Otros en cambio, son felices con las relaciones humanas que se generan tras interacciones personales e intercambios de opiniones, retroalimentándose de sentimientos y compartiendo momentos gratos con personas que piensan de manera similar a ellos. Sin embargo, esto no quiere decir que no necesiten plata para ser felices, porque nadie es feliz sin plata, eso es algo que debe quedar claro. En la sociedad en que vivimos, nadie, ni siquiera el mendigo hippie que vive de la caridad de las vecinas, puede sobrevivir sin tener una moneda de quinientos pesos en el bolsillo. Esa moneda sirve para comprar dos cigarros sueltos o comida para el perro que le da abrigo por las noches, a menos de que piense comprar un cuchillo para carnear al canino y satisfacer su hambre, vaya uno a saber lo que piensan los mendigos hippies y alcohólicos que viven de la caridad de las vecinas.
El resentimiento que siento hacia la humanidad en general, surge porque sin querer y sin poder nadar contra la corriente, soy igualita a todos los mortales que se nutren de felicidad por medio de cosas materiales. Y pienso que me gustaría tener la valentía de dejar todas las comodidades del mundo occidental para sumergirme en culturas que buscan trascender de maneras menos autodestructivas.
Asumo que es complicado y también me arrogo de confirmar que quizás jamás logre alcanzar la luminosidad debido a mi malcriado comportamiento y las ganas que tengo de tener un playstation 3. Pero por lo menos lo asumo, y en parte, mi felicidad es pensar que por lo menos, una parte muy profunda de mi pensamiento, odia a toda la humanidad en general y quiere desprenderse de la superficialidad.

sábado, 19 de septiembre de 2009

La angustiosa condena del Dios espacial

Estamos condenados. Con el simple hecho de haber nacido, no han sometido a esta vida infrahumana. Es la primera gran metida de pata de Dios o aquel ser extraterrestre superior que lo domina y gobierna todo, él fue quien nos mando a la tierra a ser copias andantes de nuestros padres, augurándonos con sus siniestros artilugios, llevar una vida similar a nuestros ascendentes, una y otra vez, generaciones tras generaciones, como una vil mutación de nuestros antepasados, cargando con el peso del ADN de la vergüenza y el oprobio.
Venimos de una estirpe de seres humanos que conocieron la tecnología más avanzada para su época: la rueda y el fuego. Lograron envejecer hasta los cuarenta años promedio, y sus únicas elecciones fueron arrancar del dinosaurio hambriento y decidir entre ser nómades o sedentarios.
Y ahora henos aquí, tan vulnerables y existencialistas. Toda una generación de individuos que nos preguntamos de dónde salió aquel lunar que toda la familia lleva en el brazo derecho, la nariz chata, las cejas pobladas, los dedos largos y chuecos, la forma de observar y la forma de amar y odiar.
Yo me pregunto de quien heredé la margarita en mi mejilla izquierda. Y me desvelo por las noches preguntándome quien será mi tatara tatara tatara abuela. Porque todos debemos venir de algún lugar muy recóndito, o ese al que todos llaman Dios o ese ser extraterrestre superior, nos puso hace poco, no más de trescientos años en este planeta y nos creo una conciencia colectiva haciéndonos creer que tuvimos una historia y una prehistoria. Siendo que quizás los conocimientos los heredamos del espacio.
Si Dios es un extraterrestre, probablemente mi teoría y la de ustedes, sean ciertas. Y el padre nuestro vendría a ser una copia mal lograda de plegarias de planetas anteriores. Y toda la creación sería obra y gracia de un ente superior interestelar.
Tiene lógica.
Amén

La ingrata muerte del conserje Jones

Aquella fatídica noche del 12 de septiembre, el conserje Jones se encontraba realizando sus tareas habituales de conserjería, las cuales incluían una serie de rondas a determinadas horas y el depósito de las bolsas de basura en grandes contenedores ubicados en el patio del fábrica.

Pero no sólo era el encargado de aquellas tareas conserjerísticas, sino que además se empeñaba en tener un saludo amable y una sonrisa bondadosa para todos aquellos que no olvidaban que se encontraba siempre allí, sentado tras su gran escritorio de roble, pendiente del citófono y las cámaras de vigilancia.

Aquella fatídica noche del 12 de septiembre, el conserje, Jones cumplía ocho años trabajando en aquel inmueble, sin embargo ninguno de los residentes parecía recordar que el hombre llevaba noventa y seis meses despierto y atento más de quince horas seguidas, escudriñando la entrada y procurando que la salida estuviese siempre despejada.

Cerca de la medianoche, una jovencita de veintidós años llegaba a su edificio luego de un extenuante día en la universidad. Subió los tres peldaños que la acercaban al citófono y presionó el botón para darle aviso al conserje Jones de que le abriera la puerta automática. Sin embargo, la puerta no se abrió.
Al parecer, el conserje Jones estaba en una ronda.

La joven, sin detenerse a pensar en la ubicación del hombre, tocó el citófono de su propio departamento y su familia le abrió la puerta. Caminó hacia el ascensor y se percató de que el característico aviso “Conserje en ronda” no se hallaba puesto sobre el antiguo escritorio.

Veinte minutos después, una señora del piso nueve tocaba insistentemente el citófono, intentando contactar al conserje Jones para decirle que a la mañana siguiente llegaría un taxi a buscarla y que diera el aviso correspondiente. Sin embargo, el conserje Jones no respondió el llamado.

Una hora más tarde, un hombre alto y de abrigo azul se encontraba fuera del edificio, lanzando palabrotas mientras tocaba insistentemente el citófono, sin tener respuesta alguna.

El conserje Jones había muerto de un infarto, arrastrado hacia el suelo de su ingrato escritorio, escondiéndolo de cualquier mirada reprobadora que lo acusaba de no estar realizando su labor de conserje, aún estando muerto.

Caleidoscopio

El amor caleidoscópico y la realidad perpetua de los constantes cambios cromáticos, me devuelven la tranquilidad de saber que las cosas se tiñen de distintas tonalidades a medida que da vuelta el tiempo. El amor es como un caleidoscopio. Nos presenta determinadas formas y colores en establecidos movimientos, sin embargo basta una pequeña inclinación para que todo cambie y el amor se disuelva en retazos de alteraciones coloridas. Se mezclan rojos con azules para crear violetas y azules con amarillos para formar verdes. El amor caleidoscópico nos desestabiliza las emociones, pero siempre nos brinda un maravilloso espectáculo de color.

El juego de la imaginación

Me reuní con dos amigos a la hora del atardecer en abril. Nos abrigamos con una copa de vino y nos sentamos en el suelo, en plena oscuridad porque uno de ellos no había pagado última cuenta de la luz.
Nos reímos a carcajadas a causa de sucesos extraordinarios y completamente fuera de lugar, hasta que decidimos cerrar los ojos y juntos conducirnos a un viaje imaginario de grandes proporciones.
Dicen que este juego puede llegar a elevar los sentidos y la intuición a puntos insospechados, que puedes lograr ver cosas con los ojos cerrados y que no sólo son pensamientos individuales, sino que aquellos que se encuentran a tu lado, con los ojos cerrados y completamente concentrados, logran ver la misma imagen que tú.
Nos tomamos de la mano para emprender el viaje. Comenzamos situándonos en un barco, observando a lo lejos una isla enmarañada de vegetación alta y densa. Observamos toda clase de verdes y algunos frutos secos a la orilla del mar, a medida que avanzábamos, la imagen iba creciendo y nos parecía más fascinante. Nos bajamos del barco y nos introdujimos en la pequeña selva, procurando no perdernos ni alejarnos demasiado. Sin embargo coincidimos todos, desde distintos puntos, en la periferia del centro de la isla, observando encantados una casa de madera enorme e imponente, ante nuestros ojos imaginarios.
Comenzamos a rodearla con pasos cautelosos, con un poco de risa nerviosa, una que otra rendija y ventana nos llamaba la atención, hasta que encontramos la puerta que, misteriosamente, se encontraba abierta.
Entramos.
Y cuando salimos, nos dimos cuenta de que habíamos descubierto un maravilloso mundo dentro de nuestras propias mentes. Infinitos colores, texturas, sabores y formas retorcidas y clásicas, nos rodeaban ahora como espectros de un recuerdo perfecto, sustraído de un juego que no tiene gracia entrar a detallar.

35 segundos de reclames

El Rafael Araneda esta demostrando como los blancos brillantes al instante solo “Ace” los hace. Pero realmente no los hace. Y el Rafael Araneda jamás ha comprado “Ace”.

Los cepillos de dientes conversan como si fuese muy normal. Los cepillos no hablan y no ponen caras.

“Vanish poder O2” nos presenta el siguiente diálogo:
- Mami, ¿qué es frustración?
- Es encontrar manchas en la ropa recién lavada
COMO PUEDE SER ESO POSIBLE!!!
- Mami, ¿qué es frustración?
- Frustración es lo que siento cada vez que meto las manos a la lavadora, idiota. No hagas preguntas tontas.

martes, 8 de septiembre de 2009

El papel de engañada

Lo último que recuerdo de su cruel engaño, fue el ramo tulipanes que trajo hasta la puerta de mi casa para que perdonara su demora. Y como soy medio tonta y dispersa y generalmente mi cerebro funciona a base de instintos como los perros, acepté babosa las flores y olvidé por completo la causa de su retraso.
Nos sentamos en el sillón del living y comenzamos a hablar. Yo lo miraba alucinada, como si se tratara de la persona más perfecta e iluminada que pudiera encontrar en el planeta, como si pudiera contagiarme de su belleza con tan solo respirar el mismo aire que él exhalaba.
Me tomó la mano y me dijo que me quería mucho. Yo le sonreí, él me sonrió. Me contó acerca de sus planes futuros relacionados con los parámetros de la leyes y otras cosas que no escuché porque estaba demasiado atenta a contar las veces en que pestañeaba, para saber si era real o un personaje mitológico que visitaba el living de mi casa y me deslumbraba con su perfecta representación de humano común y corriente.
Seguimos conversando acerca de la vida, de la muerte, de las canciones buenas, de las canciones malas, del viejito pascuero, del conejo de pascua, de sus traumas, de mis trancas, de sus padres, de mis hámsters muertos, de la inutilidad en la ingeniería de las bicicletas, de cámaras fotográficas y de amores.
Luego miró la hora en su reloj de pulsera oscuro y sin darse cuenta que yo me encontraba suspendida en una nube a veinte kilómetros en el cielo, se despidió fríamente y me dejó sentada en el sillón, absolutamente sola y con la mirada perdida en un punto fijo e insignificante.
No sé cuanto tiempo pasó hasta que desperté de mi trance. Despegué la vista de la pared para enfocarme en el asiento vacío que ahora representaba su antigua existencia, y de pronto lo vi ahí, un pedazo de papel de cuaderno doblado muchas veces hasta quedar reducido a un trozo de no más de cinco milímetros cuadrados, lo que no sólo llamó mi atención sino que despertó mi curiosidad e instintos asesinos. Aquel papel se había caído del bolsillo de su pantalón y ahora se encontraba frente a mí, amenazante y burlesco.
Tomé el papel y me levanté del sillón. Los latidos de mi corazón empezaron a acelerase cuando al abrir el trozo de papel pude notar que había algo escrito dentro.
Había otra niña que al igual que yo, lo esperaba a las seis de la tarde. Otra que le tomaría la mano y le diría cuan perfectas eran sus inteligentes palabras, otra niña que le sonreiría tontamente y lo seguiría hasta el fin del mundo. Otra que tenía el trabajo de adorarlo, otra que probablemente había sido la causa de su atraso.
Luego de eso, lloré quince horas y le envíe cinco mensajes de textos. Cada uno más lindo que el anterior. Y jamás supo que yo me había enterado de su engaño, porque era la luz de mis ojos y la felicidad de mis tardes nubladas y rosadas. Y cada lágrima era el precio justo de retener al más estúpido y desinteresado primer amor.