domingo, 20 de septiembre de 2009

Superficial: como tú y como yo

Siento cierto resentimiento de la humanidad en general. Un bajón inmenso que se apodera de todo el aura planetario que rodea y cobija nuestras almas. Nos estamos dejando, de a poco, aplastar por ideas tristes y sentimientos oscuros y estamos dejando de lados nuestros principios elementales de seres de luz y alegría.
Se supone que el fin de estar viviendo es alcanzar la felicidad. Para la mayoría, esto se traduce en estudiar una buena carrera, para alcanzar un buen puesto de trabajo para luego poder comprar muchas cosas para comer, viajar por el mundo, sacar fotos para demostrar cuán exitoso puedes llegar a ser y vivir en paz con sus propias consciencias. Otros en cambio, son felices con las relaciones humanas que se generan tras interacciones personales e intercambios de opiniones, retroalimentándose de sentimientos y compartiendo momentos gratos con personas que piensan de manera similar a ellos. Sin embargo, esto no quiere decir que no necesiten plata para ser felices, porque nadie es feliz sin plata, eso es algo que debe quedar claro. En la sociedad en que vivimos, nadie, ni siquiera el mendigo hippie que vive de la caridad de las vecinas, puede sobrevivir sin tener una moneda de quinientos pesos en el bolsillo. Esa moneda sirve para comprar dos cigarros sueltos o comida para el perro que le da abrigo por las noches, a menos de que piense comprar un cuchillo para carnear al canino y satisfacer su hambre, vaya uno a saber lo que piensan los mendigos hippies y alcohólicos que viven de la caridad de las vecinas.
El resentimiento que siento hacia la humanidad en general, surge porque sin querer y sin poder nadar contra la corriente, soy igualita a todos los mortales que se nutren de felicidad por medio de cosas materiales. Y pienso que me gustaría tener la valentía de dejar todas las comodidades del mundo occidental para sumergirme en culturas que buscan trascender de maneras menos autodestructivas.
Asumo que es complicado y también me arrogo de confirmar que quizás jamás logre alcanzar la luminosidad debido a mi malcriado comportamiento y las ganas que tengo de tener un playstation 3. Pero por lo menos lo asumo, y en parte, mi felicidad es pensar que por lo menos, una parte muy profunda de mi pensamiento, odia a toda la humanidad en general y quiere desprenderse de la superficialidad.

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