miércoles, 12 de mayo de 2010

09:13

A veces me arrastras contigo. Me llevas lejos, tan lejos, lejos o cerca, tan cerca que da lo mismo a dónde me llevas. Me llevas y no pongo resistencia. Me llevas de paso por nuevas constelaciones llenas de arcoiris en blanco y negro y siluetas mágicas cargadas de ilusiones ópticas tridimensionales para un universo tan serio como el nuestro. Me arrastras y cierro los ojos para no memorizar el camino. Sonrío sin mirar a nadie mientras escucho tu voz a lo lejos, murmurándome conjuros para evitar mi caída. Puedo sentir tu esfuerzo y lo agradezco. Me arrastras contigo y por el momento, por este día, no necesito más para estar de pie…

... las luces de la ciudad vistas desde lo más alto, parecen ser el único panorama, pero ninguno quiere verlas. Yo tengo los ojos cerrados hace años y los arácnidos tejen sus redes sobre mis parpados e ilusiones, yo tengo los ojos cerrados porque es más fácil retomar los sueños, porque es más fácil vivir, porque es más fácil perder la conciencia.

Me dices que no tenga miedo. Pero yo estoy harta de esperar por ese sueño que desaparece cuando estiro los brazos e intento atraparlo. Es como un espejismo surreal que domina mis más profundos anhelos. A veces las cosas tienen un sentido tan grande y me siento relativamente feliz, pero de pronto y sin mayores preámbulos, nada tiene coherencia y me invaden las sensaciones de pesadumbre asociadas a cosas que ya olvidé... [ ]

No quiero seguir sintiéndome así. Tu me preguntas porqué y yo nunca tengo la respuesta; no sé si la desconozco o la verdad nos puede matar a ambos.
Debe ser que me evado demasiado.
Debe ser que me evado tanto.
Cualquiera que se jacte de pensar más de dos veces cada resolución, sentiría los mismos impulsos asesinos derivados de comportamientos amenamente estúpidos. Debe ser que me evado demasiado para este mundo. Por eso te propongo que nos vayamos lejos, tan lejos o tan cerca que de lo mismo. Te llevaré de paso por todo ese infinito misterioso, prometo abrir los ojos y tener las respuestas, con la condición de que me arrastres siempre a tus brazos enormes como el cielo.

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