martes, 18 de mayo de 2010

Cállate y escribe

No tengo el don de la oralidad. La palabra hablada me aterra tanto como quedar flotando a la deriva en mar abierto o en una capsula espacial. No soy capaz de dar un discurso cuya elaboración contenga más de veinte palabras, no puedo explayarme verbalmente como quisiera, porque mientras un lóbulo del cerebro procesa la información para decirla, el otro lóbulo siempre piensa que está haciendo el ridículo. Básicamente es eso, prefiero la decapitación antes de mandarme un discurso de una hora. La diferencia radica, claro está, en que ese mismo discurso que soy incapaz de verbalizar, puedo escribirlo en diez minutos. Supongo que no se puede tener todo en la vida.

No hay comentarios: