domingo, 23 de mayo de 2010

Despabila

Y mientras me tragaba todos tus silencios confeccionados con esa molesta actitud tan tuya, pensaba en la cantidad de cosas que hubiera querido hacer contigo y con tu recuerdo. Colgarte luces de navidad del cuello y matarte con la mirada. Lentamente. Como si de eso tratara nuestras miserables vidas. Matarnos de a poco, poquito, hasta perder la conciencia y lanzarnos al abismo de la nada. Esa nada tan tuya y tan mía que no era nuestra, sino dos pedazos de algo que no juntaban ni pegaban.

Entonces, luego de tan magistral suicidio emocional, me decido a preguntarte si recuerdas mi nombre, mi apodo, mis uñas mordidas, mis gestos prolijos y mis pensamientos absurdos. Yo te he escuchado desde que se acabó el siglo pasado. Incluso he creído ver algunas de tus facciones caminar por esta ciudad, he visto los colores de tu pelo y de tus ojos en peatones anónimos y la extensión de tus brazos empujar los míos. Te he visto de todas las formas que puedas llegar a imaginar. Como una seguidilla de personajes que componen tu ausencia, permíteme decir, que pese a que desatabas mis más profundos sentimientos, no he vuelto a necesitarte desde que te fuiste.

Parece ser una buena noticia, por lo menos para mí. Mi idea de vida subnormal rayaba en la locura de saber que podía disolverte mentalmente, a todas horas, en cualquier lugar.

Diciembre se nos caerá a pedazos y no se que hacer con este nudo en la garganta que me asfixia y me reclama esas antiguas ilusiones. La gracia de que mis átomos te extrañen cruelmente, componen esta sensación de saber que puede existir nuevamente algo que tenga más sentido que este mundo que vive por y para pisotear a los demás, comprobar que efectivamente mucho de aquello que pienso no es compartido, pero que pese a sentirme devastada y mutilada, tiene sentido porque tú se lo entregas.

No quiero que cambies. No quiero que transformen tu imagen perfecta. No quiero que te metas de cabeza entre la gente que sólo es gente por montón. No. Porque la única forma de salvarte es que leas esto. Una y otra vez. Vuelve a leerlo. No te aburras de mis palabras que son completamente tuyas, porque si lo haces, la misión que me asignaron no tendría sentido y mi mundo entero se caería. Por favor, deja de revolver entrañas ajenas y concéntrate en pensar e imaginar, un mundo nuevo, lleno de esos arcoiris que confeccioné para ti cuando era importante. Yo me quedo con los vestigios y con la idea fascinante de un nuevo prisma.

No hay comentarios: