domingo, 24 de octubre de 2010

Yo v/s tecnología

Yo no sé porque no me llevo bien con la tecnología. Siento que tengo un chip insertado en la espalda que genera energías destructivas hacia los aparatos multimediales. Es extraño, porque pareciera que todo aquello que funciona mediante complejos mecanismos tecnológicos parecieran dejar de funcionar o suelen romperse con facilidad en mis manos.

Yo no hago nada para que de pronto su funcionamiento normal se detenga y posteriormente estallen. Esta bien, exageré, no siempre estallan, pero sí los hecho a perder con una facilidad tremenda.

Creo que este problema anti-tecnológico radica en algunas tendencias postmodernistas de mi mamá, la de sostener el libro o el diario en las manos y no tener que fijar la vista en una pantalla cuyas posibilidades de lecturas online son tan amplias como los calcetines huachos que me roba el duende de la lavadora.

Es más, la tecnología no entró a nuestro hogar hasta que la sociedad nos humilló por ser tan retrasadas, cuando todos mis compañeros hablaban a través del chat y no concebían que no tuviera correo electrónico. Pese a ello, tardé bastante en sentir una imperiosa necesidad por unirme a la red y exigir un aparato menos arcaico que el inmenso computador blanco que estaba en el living y cuya única herramienta sabía usar bien era el paint. Era y sigo siendo seca en paint. Hasta el día de hoy logro entregar diseños de medios – sin que me descubran - en donde debiese haber utilizado complicados programas de edición, sin embargo, sigo utilizando el paint a destajos sin sentir una cuota de arrepentimiento. Años más tarde, mi papá me acercó a las nuevas tecnologías de moda en aquellos años; el notebook, la cámara fotográfica y el reproductor de música en donde nunca supe comprender cómo entraban cientos de canciones en una pequeña caja llamada emepetres. Una rareza. Creo que he destruido más de dieciséis reproductores musicales y en gran medida, siento un alivio por ello ya que la tecnología muchas veces me ha perturbado. A veces logro reunir ciertas teorías que avalan toda aquella producción de modernos sistemas creados por japoneses, robots y extraterrestres, no tengo duda de ello, los alienígenas algo tienen que ver con el Internet o por lo menos como los i-pods. Y esta triple entente de poderosos magnates de las construcciones virtuales súper avanzadas cada año nos invaden con sus nuevas franquicias tecnológicas, no se aburren de adelgazar cada vez más el televisor, de achicar cada vez más el computador, de agregarle más aplicaciones a los teléfonos móviles y crear consolas de videojuegos cada vez más sofisticados, donde la persona no sólo tiene que apretar la X y el Y para pegarle una patada voladora al contrincante, sino que tienen que saltar y pegar el combo verdaderamente. Espero de corazón que esta alta definición en programas tecnológicos por lo menos ayude a la gente a bajar de peso, creo que es nuestra última esperanza como civilización occidental.

Sea como sea, mi naturaleza y la tecnología no se llevan bien. La semana ante pasada destruí tres sistemas operativos de distintos notebooks y me aterra poner los dedos incluso sobre el control remoto. Tengo una fijación con los botones, no puedo dejar de apretarlos y por mi culpa, mis amigos tienen que retroceder en los juegos y cambiar las opciones que desastrosamente escogí. Creo que de todas maneras, hubiera preferido un mundo sin tecnología para el hogar, así todos miraríamos atardeceres y no estaría escribiendo esta nota en un aparato abierto en noventa grados, sino en una libreta con tinta y papel. Hasta mi caligrafía mejoraría. Tiene tanto sentido.

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