domingo, 24 de octubre de 2010

Sueño

Sueño, cúbreme con tu manto de inconciencia. Ya no quiero seguir escribiendo sobre tragedias. Sueño, arrástrame con fuerza y déjame inmóvil en algún planeta que no pueda destruir. La sensación no deja de abrazarme como una noche negra y triste. Me sostiene fuerte, tan fuerte, tan fuerte que duele. Duele cada célula. No quiero seguir sintiendo, no quiero no querer, no querer duele. Todas las mentiras se congregan en miles de millones de átomos que no me interesan. ¿Qué sentido tiene después de todo si…?

La desesperanza me gobierna como una canción repetida y manoseada.

La que todos cantan y nadie entiende.

El mundo y sus contradicciones lo avalan todo. Él lo sabe, lo sabe todo, todo, todo y aún insiste en mantenerme aquí, encerrada, soportándolo en campos de cristal y flores. Quizás sea mejor callar.

A veces es mejor hacerme la desentendida ¿de qué estábamos hablando? Sí, sí, soy feliz. Sólo son palabras, casi no sirven para nada, después de todo son vestigios sobrevalorados. Dormir es una alternativa. Las señales son tan evidentes como esta noche negra y triste, en estos pasajes tan delicados y tan condenados a muerte.

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