miércoles, 22 de septiembre de 2010

Miel

Esa locura que recorre mis células. Esa psicodelia encerrada en mis neuronas, eufóricas, con ganas de brillar por las noches y cargarme durante el día. Me pierdo y me mimetizo con mi todo, con el amor que eres tú, que soy yo, que somos todos y a la vez no es nadie. Esa locura que me hierve la sangre, la miel, las mariposas, las escarchas, el material de las estrellas, de todo lo que estoy compuesta. Esa locura eterna, fluorescente, de morir de a poco mientras se vive y vivir a punto de morir. La vulnerabilidad, el frenesí, los besos y los solsticios. Los lunáticos despiden rosas y lloran en menguante, se matan entre ellos a abrazos sordos, se consumen entre sí y a la vez se complementan. Esa locura de cargar tus facciones por todas las esquinas del mundo y del universo. Floto entre ellos. Soy más etérea que todas las que besarás, más autentica y más triste al mismo tiempo. Estoy hecha de amor, del amor puro e inconsecuente, de la impulsividad, de los pronosticos. Estoy hecha de lo que quisiste que estuviera hecha y evoluciono con la conmoción y las estaciones del tiempo. Tengo las primaveras contadas y los inviernos deshechos. Tengo mil ideas para llorarlas, un millón de amores por conocer, esta vida no me basta para soñar lo que quisiera soñar. Quisiera abarcarlo todo, quisiera disponer de más consonantes e inventar nuevos sonidos, nuevas palabras. Quisiera que me quisieras y al mismo tiempo quisiera no querer que quisieras. Quisiera despertar, pero el sueño es tan dulce, tan cálido, tan profundo. Quiero que me sacudas, artista, en tus nuevos movimientos, quiero que te mueras y quiero morirme contigo luego de eso. Ama a la gente, vuélvete loco, desbordemos brillos incandescentes y salgamos a pasear esta noche, que mañana puede que no exista...


... o que yo ya no quiera.

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