viernes, 23 de abril de 2010

Errar es humanamente mágico

En el frío caos que resultan ser mis sospechas (que suelen errar continuamente) me pregunto que tal será asumirlo. ¿Será maravillosamente cierto o será catastróficamente inaceptable? Puede que lo sienta, a momentos, cuando más pierdo la razón, a eso de las doce de la noche y cerca de la una de la madrugada. En la penumbra de mi cama, rodeada de animales mágicos hechos de género y esponja, siento que observan mis cuestionamientos sin poner reparo en ningún punto que atente contra mi falta de responsabilidad e incluso abrazan el hecho de creer que puede ser hermoso. Quiero creerles, o por último nutrirme de las fuerzas inmóviles que generan cuando un haz de luna toca sus ojos brillantes, absolutamente quietos, absolutamente de plástico.

Creo que mis sospechas nuevamente serán equívocas. Por un lado es bueno, por otro lado es un cataclismo mundial. Por un lado quiero tener razón, por otro lado me alivia saber que nunca la tengo y eso, de todas maneras, logra un equilibrio entre el universo y mis pensamientos.

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