lunes, 26 de abril de 2010

Ego

Me gustan las aceitunas amargas, le tengo miedo a la mostaza, podría tomar un litro de Pepsi sin remordimientos, me muerdo las uñas y me gustan las ballenas. No puedo dormir sin calcetines en invierno, siento delirios de bajeza en lugares masivos, me amurro con facilidad y suelo soñar que tengo súper poderes. A veces lloro sin motivos, cuento las rayas de las veredas, odio la cebolla y me gusta ponerle tiempo a la tele antes de dormir para creer que no estoy sola. Me agrada el sol, me agrada mi perfume Chanel, me disgusta la lluvia, me deprime el canal de noticias, me gusta leer las revistas desde el final hacia delante, me gusta jugar a ser periodista, en mi cartera tengo mil cosas innecesarias y jamás me he quebrado un hueso. Me gusta ser copiloto, me agrada Morrissey, siempre quise tener una Barbie que tiraba burbujas, me gusta estar en el suelo y llenarme las manos de pintura intentando descifrar el sentido del arte desastre, no pido seriamente perdón, no tomo precauciones, no sé mirar por los espejos del auto, no me gustan las charlas, no tomo atención en clases por estar mirando el cielo por la ventana y a veces quisiera escapar sin avisarle a nadie.

No confío en mí, no confío en las proyecciones. Me nutro de sueños remotos, de confusiones, de paradojas, de ideales perdidos, de metáforas rebuscadas, de silencios de medianoche, de besos que se esfuman, de sensaciones que olvido con facilidad, de canciones cuyas melodías me recuerdan aromas y personas que se quedaron atrás.

Me gusta estar sola, me aterra estar sola. Me gustan los días nublados, odio cuando esta despejado. La contradicción es mi esencia. No evoluciono. Solo me dedico a redactar, hasta altas horas de la madrugada, pasajes de mi memoria a corto plazo que confío en que por la mañana serán olvidadas.

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