jueves, 15 de abril de 2010

Adios amor, adios

Te quiebras, de aquella forma espeluznante que alguna vez vi en sueños. Lo haces con disimulo, intentando cubrirte el rostro para que no pueda descubrir aquellas lágrimas imposibles de soltar. Me das la espalda y murmuras algo ininteligible antes de partir por tu camino amplio sin mirar atrás. Sin mirar ni una sola vez. Yo te observo marchar, con mi vestido azul manchado de escarchas y estrellas fugaces, impresionada por la frialdad de tu despedida. Te quiebras. Por un momento puede que lo haya imaginado, sólo para ver tu orgullo herido tal como mi corazón se rompió por traiciones de colores y formas indefinidas, sumergidas en océanos de estrofas sin terminar y promesas saturadas de sal y sangre coagulada. Te quiebras y te vas. Justo como lo planeé.

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