lunes, 28 de julio de 2008

Escribir es bonito

Lo miro de frente y con mi peor cara de asco, le digo que no comprendo como puede amar la idea de ponerse guantes quirúrgicos y registrar entrañas desconocidas, y presenciar sangre, visceras y cuanta porquería de órganos.
El otro toca la guitarra, lo hace bien, es delicado, personalmente me encanta, pero todos los fans de don Omar lo quemarían en la hoguera porque a ellos no les llega la pasión que desborda el rock británico.
Ella va en cuarto año de leyes y me recita capítulos completos de la constitución y yo no comprendo de dónde saca masa encefálica para recordar tanto número.
Todos se sienten cómodos desarrollando sus aptitudes, que por más retorcidas que me parezcan, las respeto porque me gusta que me respeten, (igual, les digo en sus caras que jamás en mi vida estudiaria nada con números o células) por eso, creo que al ser partidaria de el arte más sutil al que sólo el analfabeto no puede comprender, soy fanática de cada letra. Letra como ícono incluso, la maravillosa forma de la "f", y recuerdo que cuando iba en primero básico ocupe un cuaderno completo de caligrafía porque me costaba escribirla. Y mi profesora de matemáticas nunca logró enseñarme a restar, iba en segundo medio y saca mi arcaico celular resistente a cualquier caída macabra, y restaba con la calculadora integrada. No hubo caso. Odiaba desde chica la sangre, por el hecho de que veía gotitas de ella en el delantal de mi papá.
Lo hermoso de escribir es que todos lo hacen. Publicandolo en un blog o no, todos nos hemos sentado a escribir porque nos ha nacido, un poema, una canción, una frase, una carta de amor, una columna de crítica irónica -como la mía- no con el fin de que todos te lean, sino de crear una bitácora virtual a la cual recurrir a las seis de la mañana cuando la fiesta se ha terminado y las ideas escasean.

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