miércoles, 23 de julio de 2008

No se restar

¿No les pesa en la conciencia ir a dormir sabiendo que no te leíste la maldita guía de filosofía que sabes perfectamente que entrará en la cátedra de mañana y que si no te sacas sobre 5, te echas el ramo?. Me siento terriblemente culpable en todo aspecto, asumo mi culpa y de paso me golpeo el pecho repitiendome a mi misma, "no lo volveré a hacer".

Le adjudico mi flojera hiperactiva a mi suerte. Porque creanlo o no, tengo suerte de tener rojos superables, sabiendo que practicamente no estudio para los ramos que no me gustan (como economía por ejemplo) es que me carga tener que analizar gráficos porque según la mamá de una amiga que sabía sacar el karma, me dijo que yo me mande una embarrada del porte de un burro en una de mis vidas pasadas con algo relacionado con las matematicas. Y de pronto, se me enciende la ampolleta y digo: "claaaaro... por eso salí de cuarto medio con promedio rojo en las asignaturas que tenían numeritos" y me doy cuenta que nunca comprobé si mi avergonzante promedio era realmente así porque no se restar.

El meollo del asunto es que es endemoniadamente dificil restar, más que sacar los cosenos, las tangentes y los logaritmos. A mi me cuesta tanto que incluso hacía torpedos en el colegio, y trataba de recordar que cuando uno resta, el numero mayor va arriba y el menor abajo, y que se empieza de derecha a izquierda, y todas esas formulas extrañas matemáticas que no entiendo.
Siempre he envidiado a los amigos que desde chiquititos decian: "cuando grande, quiero ser médico" y ahora está en cuarto año de medicina en una universidad de gran prestigio, o el caso especial de un amigo que siempre solía decir "cuando grande, quiero ser trapecista" y ha pasado por varias academias de artes que terminan rechazandolo por loco. O el caso de un amigo que siempre quiso afilarse los caninos (mal llamados colmillos) porque anhelaba ser un vampiro. Pero, ése es tema de otra entrada en este blog, el tema aquí es que yo siempre quise ser escritora, que resulta casi tan complicado como ser trapecista, cajera de supermercado o carnicera.
Al final, saber o no restar, da lo mismo. Todos los celulares traen incorporado hasta el más prehistórico sistema de calculadora. Pero yo puedo dar fe de que no saber restar, me abrio las puertas a un mundo donde, si los números no están escritos con palabras o Neruda les haya hecho una oda, es arte del mas puro para mis sentidos.

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