jueves, 24 de julio de 2008

Viva la vida - Coldplay

Hoy registro una caja con cosas que no sabía que todavía guardaba, cartas de amor de un psicópata lleno de espinillas que me seguía a los quince años, papeles de "candys" y turrones extra duros que lograron sacarme un pedazo de muela sobreviviente del tratamiento conducto. Miro el estuche de cd's y me mira con nostalgia el primer disco de coldplay, negrito, con su sello rojo, casi rayado completo.
¿Se les habrá echado a perder el negocio a los reveladores de fotos? Ahora la gente (a excepción de la Zulema, la amiga de mi abuela que tiene 70 años) sacan fotos con cámaras digitales y ya casi no las mandan a revelar porque es más fácil conectarle un cable y pasarlas al laptok que darse la lata de ir a desarrollarlas.
¿Habían pensado en eso? ¿Pasará lo mismo con los cd's?... creo que en unos años más, será tan poco común tener un cd de música original, como guardar en el fondo de la cartera un billete de 500 pesos. Súper interesante.
Tengo que escuchar a Coldplay. Me digo yo. Porque a veces hablo sola, soy un tercio, no media loca. Pero si escucho un cd, tengo que hacerlo con estilo en un equipo de música, una lata meterlo al laptok, porque puedo bajar la canción de internet o verla en youtube y perderá el misticismo de lo antiguo y revelador.
Trouble suena limpio y moderado. Hasta más bonito que en el computador. Cierro los ojos y me devuelvo a mis quince años, cuando mi mejor amiga en ese entonces me regalo el disco para mi cumpleaños y nos dedicabamos a escucharlo doce veces al día, los siete días de la semana y los tres meses de vacaciones que teníamos. Lo llevamos a Tongoy, lo puse en mi "cd stereo" (¿esas cosas todavía existen?) y lo llevaba en la guantera del auto, soñando que algún día marisour pondría un reproductor de cd en el auto, pero tenía que tragarme el casette de chayanne y más encima callada.
Coldplay me evoca a tardes silenciones, de nubes rosadas, de suspiros y risas agudas, de rituales de escritura en maquinas de escribir que caducaron hace años, de pan con palta, tardes de recoger hojas de los arboles y pegarlas en paneles gigantes, tardes de arena dorada y viento, con la panorámica copiapina y con los pies llenos de tierra. Me recuerda al sabor de los inkats, de los frugeles, de los sobres que traían manjar y que costaban cincuenta pesos... me recuerda a su voz, a sus pestañas, y a su forma de poner la boca hacia el lado porque estaba pensando en paneles solares.
Con coldplay me enamoré y me desencanté.
Y ahora "Viva la vida", el último disco de Coldplay, que pretendo comprar con la primera mesada que tenga en mi mano, se convierte en la consigna de las cosas nuevas, de una etapa increíblemente hermosa. Suenan los violines, y previo desencantamiento, me vuelvo a enamorar.

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