martes, 23 de septiembre de 2008

En la ciudad de las luces ciegas

Y ahí esta él. Durmiendo sobre la chaqueta que está impregnada en tabaco. Esta noche fue muy larga como para emitir juicios de valor. Yo lo miro dormir, mientras como almendras. Creo que tomó mucha cerveza y empieza a roncar. Lo sigo mirando, ha cambiado mucho con los años, pasó de ser el patito feo a ser el ganso aún más feo. Yo lo miro y me rio, la forma de sus pestañas siempre me produjeron una incertidumbre tremenda. ¿Las tendrá así porque él quiere?.
Salimos a tomar unas copas de algo que él ya no recuerda mientras que yo agoté el suministro de mango en el puerto, caminamos de la mano iluminados por las luces naranjas y nos detuvimos en una plaza a conversar.

- ¿Te has enamorado alguna vez? - me preguntó enojado.
- No sé, no me he muerto por nadie - le respondo.


Siento que es incapaz de volver a mirarme fijamente y hablamos sobre terremotos en Australia y cambios climáticos, los japoneses, la muerte, antiguos amigos que se perdieron, cartas, caramelos y sandías.

Es mejor volver. Es tarde y no te veo bien. Intenta caminar por esos cuadrados del suelo ¿los ves? sí, se llaman baldosas de suelo... lo sé. Intenta caminar guiándote por ellas. No quiero que te caigas, porque si lo haces dejaré que te arrolle un auto repleto de adolescentes drogados.
Me toma de la mano, cuenta un chiste y nos reímos hasta que me detengo porque me duele un costado del estómago.

Ahora duerme en el sillón sobre su chaqueta impregnada de tabaco y yo me acerco y me agacho para quedar a su altura. La radio está prendida y la voz de Bono inunda el living de su casa.
Toco sus pestañas.

- ¿Alguna vez te has enamorado? - le pregunto en voz baja
- De ti supongo. Y esta noche te veías bonita en la ciudad de las luces ciegas.

Me pongo su chaqueta y me quedo dormida apoyada en su hombro.
(Dc/abril/2006)

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