miércoles, 4 de febrero de 2009

Rosado y Celeste

La diferenciación de colores por sexo se viene dando desde que un meteorito celeste (realmente era celeste por la reacción química que se produjo) cayó a la tierra y exterminó a los dinosaurios y toda posibilidad de vida dentro de los primeros milenios posteriores.
Cuando vas a un babyshower lo primero es saber cuál es el sexo del bebé en cuestión, para saber de qué color es la mamadera y el babero que tienes que comprar. Los que no saben si es una niñita-mujer o un niñito-hombre, simplemente compran algo amarillo, un color neutro, algo nauseabundo para muchos.
El rosado es el color por excelencia de la mujer. Las niñas que adorabamos a Barbie, sabemos que haber tenido zapatos de charol brillantes con correas, labiales rosados de plástico que simulaban el glamour perdido de las reinas de belleza de antaño, sabemos que el rosado no es simplemente el color de la femeneidad ni el protocolo de vestidos de fiestas de cumpleaños los domingos de cuatro a ocho de la tarde. El rosado representa delicadeza y cuidado.
Los hombres en cambio se ven representados por el azul, o sus derivados en celeste más delicados para cuando viven sus primeros años de vida. Debo suponer que debe existir una razón para que esta entidad masculina se haya apropiado del color azul… creo que para muchos, el verde también es un color masculino. Si le preguntas a un niño en quinto básico de qué color quiere su mochila, responderá azul o verde. Así es como las empresas se aprovechan de esta apropiación de las tonalidades, las jugueterias producen cajas de autitos, dinosaurios y figuritas de acción en colores que han sido masculinizados con el fin de acercarse al publico.
¿Qué pasa si mandas a tu hijo al colegio con un cuaderno rosado? Dos años y medio de terapia psicológica por ser el blanco de burlas de los compañeritos de clases. Suele pasar incluso en la adultez, si un hombre va a la oficina con una camisa rosada se presta para la burla de sus colegas, y de forma algo madura (osea, en pensamientos) se suele preguntar por su indefinida tendencia sexual, sólo por llevar un trozo de tela que ha sido estigmatizado como un color netamente femenino.
No existe ninguna camiseta de fútbol de color rosado, y sin embargo las mujeres vamos a nuestras fiestas de graduación con sendos vestidos azules brillantes. Los hombres no se ponen falda (a excepción de los escoceses) y las mujeres nos tomamos el jeans e incluso los llevamos mejor que ellos. Son pocos los hombres que trabajan de promotores de galletitas con mayonesa en el supermercado, y muchas las mujeres que operan maquinarias pesadas y son gerentas generales en empresas multinacionales.
Al fin y al cabo, si tomas dos fraquitos de tempera y mezclas el rosado con el celeste, pareciera que el más oscuro predomina por sobre el delicado rosa… pero les tengo noticias cromáticas: el rosado sí cambia al azul y lo vuelve morado. Y adivinen qué… el segundo color que un hombre no viste jamás es el morado.

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