viernes, 20 de febrero de 2009

Morir es colgar la ropa

Abrí la puerta de madera desteñida y crucé el umbral. Sentí que sería quizás lo último que haría en mi vida, me sentía como emperatriz a punto de ser quemada en la hoguera. Di un paso y mis pies descalzos tocaron una tierra gris que había sido espolvoreada antes del nacimiento de mi infinito dolor, también habían trozos de piedras carcomidas y plantas que se adherian con fuerza a la tierra seca. Mis labios estaban muy juntos, mis ojos intentaban mirar pese a que la luz me enceguecía.
Si esto era morir, no era tan malo al parecer. Di tal vez unos veinte pasos más y sabía que mi destino acabaría de esta forma: colgando la ropa que había sacado de la lavadora para luego ir a ver la teleserie.

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