miércoles, 11 de febrero de 2009

La cucaracha

Esta mañana cuando desperte y me di cuenta de que me había convertido en una inmensa cucaracha, asquerosa y gris, con infinitas patas saliendo de mi abdomen y mis ojos, brillantes bolas como espejos oscuros que reflejaban solo mi nauseabundo aspecto, me di cuenta de que seguía soñando. Estaba claro que Kafka había consumido algún alucinógeno para suponer que su actor de papel se había convertido en una cucaracha, y pienso que para representar la depresión, mejor convenzo a todos de que me convertí en una adicta a los fármacos y que eso me hizo adquirir un tono de piel más grisáceo en donde mis ojeras, como grandes arcos negros, suponen un excelente y más creíble disfraz que la metafórica cucaracha.

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