martes, 2 de noviembre de 2010

El idiota de Lorenzo

- No me involucraré en tus sucias andanzas, Lorenzo. Estoy harta de perseguirte todos los días intentando en vano librarte de tus obligaciones. No me verás nunca más y si lo haces, sabrás que el contacto visual será efímero y probablemente cuando eso ocurra ya te habré quitado de todas mis pesadillas. Porque mis trastornos por fin se habrán regulado una vez que te me sacudas del pensamiento.

- Excelente… ¿de verdad te aprendiste todo eso de memoria?

- Si obvio, si se supone que sobre las tablas es mejor memoria que improvisación.

- Perfecto

- ¿Tengo que decir mis otras líneas también?

- Claramente. Pero ahora intenta poner los ojos llorosos.

- Lorenzo, te has muerto como una vil rata pateada por las calles mugrientas que te vieron parir. Aquí dejo tu cuerpo altanero, surcado de prejuicios rotos por el tiempo y curados por tu soberbia. No te has ido porque has querido, te he dejado partir porque eres una basura cruel que irrita mis días y desgrana mis pesares… Oh Lorenzo, si decides callar es porque todo lo que te he dicho lo aceptas con tu rotundo e imbécil conformismo pero… oh amor, no puedo verte así, que frío estás ¡mira! tus ojos vacíos tienen forma de luna menguante y no logro descifrar tu mirada; no sé si me insultan o me siguen amando…

- Espera… ¿así era el guión?

- No, pero me da pena el pobre Lorenzo. Es un mal arquitecto y además un idiota disléxico, nadie lo quiere y morirá solo ¿Qué otra esperanza puede tener más que mis palabras de consuelo?

- Su alma se pudre Violeta, se supone que te hizo sufrir, debe pagar. Patéalo en el suelo con adjetivos que le duelan como puñales de vocales y consonantes.

- No puedo hacerlo, tendrás que buscarte otra actriz.

- O en su defecto, buscaré otra escritora.

- Y de paso búscate un nuevo Lorenzo.

- O en su defecto, otro idiota.

- ¿Puedo llevarme el guión?

- Claro, y llévate a Lorenzo por favor.

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