viernes, 19 de noviembre de 2010

Catorce de febrero

Para hablar de amor tenemos dos visiones, los que lo encontraron y se sienten felices de declarar que es la mejor sensación del planeta o simplemente aguantar la respiración hasta asfixiarnos para no pensar en la carencia afectiva que cada catorce de febrero se encarga de recordarnos, así sin anestesia ni piedad.

Pero… ¿Por qué 14 de febrero? Se dice que en los países anglosajones del siglo XIX la gente solía intercambiar postales con el fin de demostrar cuán importantes eran entre ellos. Demostraban amor o lo que sea la palabra. San Valentín de seguro andaba metido entre la repartición de regalos, quizás esta tradición que para muchos es empalagosa y para otros ridícula, se generó de una manera que jamás entenderemos, porque quizás, tal vez, a lo mejor… nuestra generación ha olvidado lo que es amar.

Amor. Qué difícil capturar la palabra e interpretarla para luego explicarla. Quizás debería empezar hablando de su raíz etimológica para hacernos una idea de la significancia antes del significado. Es más complicado que explicar la utilidad del cuadrado de binomio o los programas vespertinos de la televisión nacional. Amor, amor, amor. ¿Se tratará realmente de corazones, flores, osos de peluche y chocolates? Me pregunto si el capitalismo habrá captado bien la esencia del día del amor y si sus parafernálicos y rosados regalos impuestos en el mercado tendrán realmente algo que ver con la fecha. Me pregunto si el amor se siente en aquel órgano tan vulnerable a los infartos o si se tratará de una condición mental asociada con la locura. Creo que nuestra generación tampoco podrá entenderlo, o por lo menos no lo entiendo yo.

Pero dejaré de generalizar y entraremos a un plano más sutil y personal. Les contaré la triste visión de amor que vive la prima de una amiga, cuando tras una serie de relaciones fallidas, llenas de angustia, engaños y homosexualidad, se da cuenta de que el amor es más bien una sensación utópica que se vive aproximadamente cada dos años y que dura un par de meses. Pobre ella, que ha perdido la fe en el amor y se conforma con la compañía de su perro y sus amigos, pobre ella que anda con las manos frías mirando el suelo y conformándose con romper con infinita dulzura un montón de ilusiones ajenas, cantando “all you need is love” sin tener remota idea de qué canta.

El amor debe ser eso, un súper poder que pueda romper los esquemas impuestos por una sociedad insensible, algo tan distinto como absurdo, capaz de inducir al llanto y a la risa en la misma fracción de minuto, algo que no conquiste por el color de ojos sino por el color de las palabras, pero no aquellas expresadas así como así, sino que las se leen entre líneas. Descubrir la esencia del otro. Eso debe ser amor.

Por eso creo que el catorce de febrero no debería ser el día de celebrarlo junto a la masa no pensante, sino aquel día en que por fin entendemos de qué se trata, por eso odio este día y espero que todos mueran… ah! disculpen, fue un arrebato… já, quería ser graciosa para que no crean que soy una resentida… en fin, el amor mueve y renueva el mundo, y por muy desagradable que nos parezca depender de alguien de la manera más dulce y hermosa que exista, pasamos más tiempo pensando en el amor que en nuestros propios ideales como humanos individuales y egoístas, y en parte gracias a eso, le agradezco a la vida tener la capacidad inmensa de amar, porque sino sería un robot y nada tendría sentido más que nutrirme de tuercas.

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