martes, 2 de noviembre de 2010

Mundo de luz

Hay lámparas doradas en el cielo. Se encuentran suspendidas en el aire como si una frágil fuerza gravitacional las levantase y les diese forma de lunas llenas. La noche se cae y nadie tiene intensión alguna de levantarla. El mundo esta lleno de gente que conozco en sueños o en otra vida. Todos llevan trajes brillantes, cabellos de colores y collares de infinitos matices. Se saludan entre sí, toman brebajes en relucientes copas y danzan mientras la madrugada eterna se desliza suavemente sobre mi piel.

Y allí aparece él. De castaño a ojos de miel y mar. Le brilla el aura. Y me escondo entre pliegues de encaje rosa, intentado mimetizarme con los globos terráqueos de las paredes mal hechas. Me sigue un rato. Baila conmigo sin tocarme. Me habla en un idioma perfecto, yo le respondo “pasea de día, que la noche es mía”. Y el universo tiene sentido esta madrugada, sólo porque no es tuya y lo sabes.

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