lunes, 5 de octubre de 2009

Lunes por la mañana

El despelote lejos de desordenarme, me hace bien. Me siento mejor que ayer, peor que mañana y el pasado mañana es tan incierto que más que querer quedarme en la nebulosa de la incertidumbre, me dedicaré a la poesía elaborada de aquellas que sueltan lagrimones.
Una de las peores cosas que el hombre se ha autoimpuesto son las labores mañaneras del día lunes. Aceptémoslo, a nadie le gusta el lunes porque nos sabe a residuos de flojera dominguera. Nos quedaron muchas cosas por hacer, aquellas que deberíamos haber hecho durante el fin de semana, pero que al realizarlas bajo presión temporal hace que las cosas nos proporcionen un cierto alivio que en el fondo, nos agrada. El alivio de sentirnos seres humanos comunes y corrientes.
Más que sentirme útil, ésta mañana de lunes me sorprende por su calidad de acción. He realizado todas las labores justificadas e injustificadas habidas y por haber, he odiado, amado, reído, llorado, saltado, corrido, comido y un montón de verbos más. También he mirado feo, no he mirado, me he escondido y me he sustraído. Ensimismada en ése universo noctámbulo de las caras con resaca que gobiernan el lugar que frecuento por las mañanas de lunes. Todo lo he hecho con absoluta y desmedida pasión, al igual que las doscientas personas que se pasean a mi lado, completamente aturdidas por un sol que amenaza con dejar de ser sol. Y ahora que lo pienso, al fin y al cabo, este despelote lejos de desordenarme, me hace bien y me levanta. No es tan difícil hacer de cuenta que somos seres humanos, es más fácil que creernos piedras, por lo menos.

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