domingo, 11 de octubre de 2009

Perdón, pero me niego

Qué difícil es escribir algo que se supone que tiene que tener una estructura. Es muy complicado tener que seguir un orden o una base para que luego ésta sea evaluada. Saber que un par de ojos seguirán mis párrafos con absoluta atención, intentando descubrir un pequeño error que me condenará a la angustia de sentirme reprobada.
En mi condición de estudiante de periodismo debo estar absolutamente preparada para que mi trabajo sea cruel y merecidamente criticado. Comprender con resignación como aquella pequeña falta ortográfica y orden sintáctico de mis palabras no me permitió tener la calificación que esperaba me carcome el alma. Es obvio. También es estresantemente difícil asumir que más que pasar penurias en cuanto a notas, ser una futura profesional de las comunicaciones requiere de mucha valentía y perseverancia.
He leído que cada año aumenta considerablemente el número de estudiantes que ingresan a la carrera de periodismo en diversas universidades a lo largo del país. La mayoría argumenta que sienten una pasión desmedida hacia la expresión oral, la comunicación audiovisual y el servicio social. ¿Pero cuántos entramos porque nos encontramos completamente enamorados de la escritura?
Ser periodista. Que lejano me parece escribirlo. Mi madre me lo dijo toda la vida, mi padre lo niega hasta el cansancio. La sociedad se ha encargado de convencerse a sí misma de que la profesión del periodista no es bien remunerada y que es sencilla de estudiar, que no requiere gran ciencia, que es una labor que cualquiera que se aprecie de manejar correctamente los conceptos, puede desempeñar. Sin embargo, ser periodista va más allá del hecho de tener que abrazar las cámaras y sostener un micrófono. Yo solo pienso, durante la mayor parte del día, en escribir. ¿Deben condenarme por eso?
Por eso me niego. Perdón, pero es como ponerle nota a una pintura o a una canción. Me niego a seguir un orden y me niego a que me pongan nota. Lo asumo y aún me quedan muchísimos años por aprender y ser evaluada en distintos aspectos. Pero siempre he sabido, en lo más profundo, que estudiar la carrera de mis amores no sólo hará que logre desarrollarme como una buena profesional y no sólo hará que pueda hacer de este mundo un lugar más cómodo para las personas que me rodean, sino que me hará feliz. Perdón, pero no podía no escribirlo.

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