jueves, 26 de marzo de 2009

Lentejas, el que quiere las come...

... el que quiere, deja que se la meta por las orejas. Simplemente así sufre una transformación la frase popular. Es que las lentejas son un plato interesantísimo, desde sus distintas opciones de cocción, hasta las frases y los recuerdos que produce un plato de estas legumbres.
¿Quien no ha comido un plato de lentejas? O para aquellos que no les gusta, ¿quienes no han sido obligados por sus pérfidas madres y abuelas a comer un plato de lentejas? ¿Que viles mujeres cocinan durante toda la mañana en su vil olla a presión, usando una vil cuchara de palo para revolver?
La lenteja es una planta anual herbácea, de la familia de las Papilionáceas, con tallos de tres a cuatro dm, endebles, ramosos y estriados, hojas oblongas, estípulas lanceoladas, zarcillos poco arrollados, flores blancas con venas moradas, sobre un pedúnculo axilar, y fruto en vaina pequeña, con dos o tres semillas pardas en forma de disco de medio centímetro de diámetro aproximadamente (Fuente: Wikipedia, elemental mi querido Watson).
La gracia de las lentejas es que nunca saben de la misma forma. Cada hogar tiene su propia forma de cocinarlas, viene de las abuelitas añejas que traspasaron la receta secreta de generación en generación, hasta que por supuesto, se inventaron las cosas al microondas y sobres listos para echar al agua hirviendo, y el sabroso toque casero se transformó en comida hecha por robots.
En la casa de una amiga las hacian con fideos remojados, sobrecocidos y sin sal, luego le echaban ají y cebolla. En otros lugares le ponen arroz (como si no fuera lo suficientemente atorante) en otras casas tomate cocido, un huevo, morrón, o simplemente un tipo determinado de carne. Y la mayoría le pone un chorizo encima.
Es por ello que me parece que el plato de lentejas tiene todo un misticismo por detrás, toda una magia escondida en las especias más rebuscadas de los paladares familiares, ese toque especial que hace que podamos recordar con claridad en que lugar las comimos.
Es el típico plato perdonable. Si llegas a una casa a almorzar y hay lentejas y definitivamente no te agrada su sabor arenoso, simplemente te perdonan el hecho de que no las comas. No así con un plato de pollo asado con papas fritas, ya que, si rechazas este plato, es porque definitiviamente no te gusta nada. Los platos perdonables antiguamente no se perdonaban tanto, de ahí que surgio la popular frase "jarabe de palo" (no el grupo musical) y que significa que para mejorar cualquier situación se debe recurrir a los golpes, o en su defecto, a golpear con un palo. Antiguamente si rechazabas las lentejas recibias ese jarabe y golpe de la cuchara de palo en la cabeza, ahora es un plato perdonable, al igual que los porotos, el charquican, el cochayuyo y las guatitas, entre otras inmundicias.
A mi me gustan las lentejas, mi mamá las hace sólo con carne molida, son tan simples y ricas que no necesitan ni entrada ni postre para dejarte satisfecho. Un bajativo tal vez... sí, un bajativo nunca está de mas.

1 comentario:

Maverick MacLeod dijo...

Mi mamá también las prepara sólo con carne molida. Hubo una vez, en alguna de mis aventuras, hoy por hoy, perdidas en el tiempo, en que quise poner en práctica lo que un muy sabio (de apariencia) tío lejano me dijo una vez (léase con tono de voz de alguno de los integrantes de los Jaivas): "Cuando estés de invitaoo, nunca rechazes ná po cabro". Esa era la oportunidad, en una casa desconocida, llena de gente desconocida, invitado por una lozana jovenzuela que había conocido hace solo unas horas. "Quiere almorzar, mijito", era la mía, "por supuesto, le ayudo a poner la mesa". Mi sopresa fue (y lo que hace relevante el relato a tu post) es que el almuerzo eran lentejas, una rara receta que jamás siquiera habría cruzado mi peculiar mente, distingí de reojo MOTE, sii, mote, como el mote con huesillos, claro, sin los huesillo, y lo peor de todo: PAPAS.
Entre mi salón de mañas tengo una muy especial, no resisto ver una papa en un plato sin ponerle mayonesa.
La imagen de un plato de lentejas con mayo me creó una extraña sensación a haberme bebido 45787654 cerveza, pero como quería impresionar a la susodicha mozuela (era de segunda generación asiática) me las comí.
Como moraleja de la historia, hay muchos platos peores que las lentejas, como el hígado encebollado, chunchules, albóndigas y canario; pero no hay nada mejor para impresionar a una chica asiática que un buen plato de lentejas con papas.