domingo, 5 de febrero de 2012

Las dos luces

En la oscuridad veo dos
luces enceguecedoras que me persiguen como estigmas religiosos. Intento huir de
ellas pero son más fuertes que el caos. Mi carne es mortal y etérea. En la
oscuridad, los signos de interrogación hacen gala de su carácter insensato… las
dos luces continúan allí, yo las observo minimizada en el triángulo de
lobreguez materializado bajo el velador y la lámpara. Creo que si continúo
siendo pequeña, podré volverme invisible y éstas no me hallarán para acusarme.


La noche pervierte todos los
materiales. Su silueta ancha como el océano, juega a reinventar espectros
siderales. Los minutos son imberbes. Lloro por la muerte de la muerte, me
entrego a ella sin miedos… ¿será acaso que aquí, en este lado del hemisferio,
la tierra tiembla para espantarnos los temores? ¿Acaso mi ser astral ha venido
a buscarme y me besa como amante febril para convencerme que me fugue con ella?

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