viernes, 4 de marzo de 2011

Malditos celulares

Todos pertenecemos a la generación telefónica. Probablemente cuando nací, mi abuela se encargó de llamar por teléfono a algunos familiares para dar aviso de mi existencia. Es una cuestión que se remonta incluso a la psicología, los primeros números que he memorizado en mi vida han sido telefónicos y en la actualidad, la sociedad me ha exigido portar un celular todos los días de mi vida.

El teléfono es un dispositivo que transmite mensajes de audio entre dos puntos. Fue creado por un tipo llamado Graham Bell el año del hilo negro por el 1876. En sus comienzos, estos aparatos pesaban varios kilos y en la actualidad, gracias a la implementación de tecnologías súper modernas, los celulares pueden llegar a pesar gramos.

Recuerdo que cuando era una niña, bastaba con tener un teléfono fijo en casa para mantenerte relativa y sanamente comunicada con el mundo. No sé en que momento se les ocurrió la nefasta idea de crear teléfonos móviles y complicarnos la vida a quienes desearíamos no tener que escuchar los molestos ringtones y vernos en la obligación de contestar.

Pues bien, en la actualidad poseo un celular porque de lo contrario mi madre sufriría de ataques de nerviosismos por no conocer mi paradero. Comprendo la utilidad del teléfono en algunos casos de emergencia, pero por otro lado, soy de las que se opone tajantemente al uso indiscriminado del teléfono celular. De cierta forma considero que estos aparatos sólo fomentan la falta de compromiso. Ahora es muy fácil cancelar ciertas eventualidades de la vida diario con tan solo una llamada. Cuando no existía el celular, la gente se ponía de acuerdo para encontrarse en ciertos puntos de la ciudad y había un misticismo detrás, la magia de esperar algo novedoso y no tener el plus de poder efectuar una llamada en cualquier momento. El celular no nos soluciona nada, sólo nos elimina las barreras divertidas de la vida.

Lo peor de todo es que si en la actualidad no tienes un teléfono celular, socialmente no existes. Las personas nos complicamos demasiado, creemos que por andar con un aparato móvil tenemos al garantía de salvarnos el pellejo, pero la verdad es que sólo nos limita y nos vuelven personas más evadidas, más solitarias y más dependientes de artefactos tecnológicos.

Y es que los celulares de ahora no se conforman con ser instrumentos para realizar llamadas, sino que llevan incorporados sofisticadas cámaras fotográficas de alta calidad, calculadoras, reproductores de música con grandes capacidades de almacenamiento y hasta tienen conexión a Internet. Si bien se trata de una herramienta estupenda para ingresar a portales inteligentes como Twitter, en realidad los celulares sólo están formando personas que, en el caso de que perdiesen sus aparatos por un día, morirían desesperados sin saber qué hacer.

Yo les recomiendo que de vez en cuando apaguen sus celulares. De vez en cuando hagan de cuenta que los perdieron. Escóndanse ustedes mismos los cargadores y dedíquense a generar relaciones más reales. Les aseguro que serán más felices.

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