lunes, 6 de julio de 2009

El novio de mi mejor amigo

Antes podíamos pasarnos horas en silencio, tratando de focalizar nuestras esencias artísticas por medio de dibujos y arte surreal postmoderno. Podíamos hacernos hamburguesas con palmitos y choclo con los dedos, sin tener asco de la basurita que se juntaba en nuestras uñas. Podíamos correr sin zapatos por el pasto mojado y hasta obligar al hámster a tomar un baño y luego divertirnos con el secador de pelo y el pobre roedor. Podía plancharle las ondas de su pelo dorado, mientras él descubría el mundo de mi estuche de maquillaje y yo dejaba que me pintara cuan payaso y salíamos a dar vueltas al centro y tomábamos helados sentados en la berma de la calle.
Éramos los mejores amigos de todo el universo. Hicimos pacto de sangre y saliva que viviríamos juntos cuando el cáncer nos hubiese consumido y nuestras vidas amorosas se desmoronasen. Nos haríamos compañía todos los días de nuestras vidas, no habría ningún otro amigo al que prefiriésemos antes.
Pero un día mi mejor amigo se enamoró. No se dio cuenta, pero ahora parecía avergonzado de tener que reunirse conmigo por las tardes a pernoctar, porque para la chica (o el chico) de sus sueños, yo no era la mejor amiga de su amado, era la competencia. La fría y la the real competencia que debía eliminar.
Porque cuando los niños comienzan a enamorarse, entran en una fase de retraso mental tremendo y dejan de lado todo, con tal de estar con la persona amada.
Las amigas, quedamos en el camino. Y no lograba comprender porqué estaba sucediendo. ¿Por qué tengo que pasar sola la tarde del sábado, mientras la parejita se está tomando un jugo natural, tomados de las manos y hablando del futuro?
Obviamente, yo no encajaba en ese futuro perfecto y por supuesto a mi amigo, le costó mucho decírmelo. Tuvo que sorbetear esa sangre y esa saliva, y masticar sus promesas que aún yo no digería, para hacerme entender que yo ya no era la prioridad de su vida.
Cuando la novia(o) de mi mejor amigo fue una realidad dentro de mi cabeza, me di cuenta que había perdido al compañero de juegos y conversaciones. Cuando pensé en hacerme amiga de su novia(o) me di cuenta de que por alguna extraña razón, ella(el) no quería saber de mí y ni pretendía siquiera ponerme una cara simpática. La novia(o) de mi mejor amigo me odiaba por el simple hecho de preceder el tiempo que ahora ella(el) disponía de mi amigo.
Han pasado muchos años desde que perdí todo contacto con él. Me sorprende, estamos casi en edad de estar comprometidos y ellos siguen juntos. Yo no creo que él guarde mi número de teléfono en su celular, y si lo hizo, estoy segura de que su novia(o) se encarga de que jamás me llame.
Ha sido muy duro pasar estos últimos diez años sin él. Hoy vivimos en ciudades distintas, él no recuerda mi cumpleaños, yo tengo todos sus dibujos guardados. Supongo que estaba escrito que esto iba a pasar, supongo que no soy la primera mujer que pasa por lo mismo. Creo que nunca dejaría de lado un amigo(a) por un romance eterno, aún así, siempre estaré en el mismo lugar, por si es que mi mejor amigo decide volver. Siempre estaré pendiente de su regreso. Siempre.

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