viernes, 10 de julio de 2009

Autoentrevista

María Luisa es puntual como pocas. Nos reunimos a las cinco de la tarde en la entrada del McDonald’s, su restaurante favorito. El día está perfectamente despejado en Antofagasta y María Luisa se estaciona rápidamente, en una movida sinceramente riesgosa para el gato que duerme en la acera. Y se baja del auto, mientras los Beatles terminan abruptamente su canción. Mientras se acerca a mí, prende un cigarro, el primero de tantos que fumará durante esta conversación. Lleva el pelo suelto y desordenado, usa un vestido floreado por sobre unos jeans oscuros. Sus ojos cubiertos por unos lentes grandes de estilo retro y su boca muy roja son el preámbulo de una estudiante de periodismo que adora las luces pero que aún no lo asume.
Lo primero que me dice es que se siente cansada porque no ha dormido bien últimamente, pero se apresura en agregar sonriendo, que su cansancio no tiene nada que ver con la universidad, sino que se debe a su adicción a las caricaturas de medianoche. La observo y me parece una escolar demasiado madura para su edad, sólo que tiene 22 años y no los representa en absoluto. Me pregunta cuanto durará la entrevista y se ríe al ver mi reacción de desconcierto. Pide un café expreso y un postre de tres leches, se acomoda y me ofrece un cigarro que acepto con gusto.

¿Qué es lo que ronda en tu cabeza cuando estas a punto de dormir?
Pienso mucho en la muerte, pero no el lado macabro de ella ni nada que tenga que ver con sangre, sino en la pérdida de las esencias humanas. Me cuestiono hacia donde se van los pensamientos cuando los perdemos. También pienso en los buenos momentos… la verdad es que de ese trance saco bastantes ideas, pero la mayoría inconclusas, porque me termino durmiendo. Es que parece que soy un poco dispersa, pero generalmente antes de dormir, prefiero pensar en momentos agradables.

Comprendo, yo también hago lo mismo. ¿Cuáles son tus recuerdos más felices?
Tengo un baúl de los recuerdos en donde guardo todos los cachureos de la época del colegio y me encanta revisarlo por lo menos una vez al mes. Así me impregno de las cosas que realmente valen la pena, como las amistades verdaderas, el primer amor y el sarcasmo en los dibujos. Son muchas cosas. Siempre he pensado que si viniera un tsunami y tuviese que arrancar, lo primero que haría sería tomar ese baúl y llevármelo conmigo. Es que mis recuerdos son lo más valioso que tengo, porque vivo a través de ellos y me sirven de inspiración para escribir.

¿Tanto te gusta escribir?
Ni siquiera lo imaginan. Pero tengo una contradicción muy grande, porque por un lado soy una floja en potencia que nació en una sociedad demasiado apurada pero al mismo tiempo, yo soy la más apurada de todas. Por eso escribo como una bala. Generalmente lo que escribo para muchos no tiene sentido, por eso escojo con pinzas los pequeños párrafos que luego publico en mi blog o en Facebook. Pero soy pudorosa con mis palabras, me cuesta desprenderme de ellas, y al mismo tiempo me cuesta mucho estar un día sin escribir, por eso siempre llevo una libretita donde anoto ideas que se me vienen a la cabeza.

¿Y cuál fue la última idea que anotaste?
La anoté anoche antes de dormir y se trataba acerca de una monja. Lo que pasa es que yo me muerdo las uñas desde que me salió el primer diente de leche, entonces ayer de la nada recordé que una vez una monja en la calle me miró las uñas y me retó. Yo no la conocía, pero era una monja. Y que una monja desconocida me haya dado un sermón en plena plaza es algo extraño. Y de esas ideas saco un pensamiento más grande y las escribo. Y la mayoría de las veces recibo buenos comentarios.

¿Te gusta tu carrera?
Estoy completamente enamorada de todo lo que involucra crear con palabras. Pero también siento que me faltan condiciones para ser buena, como controlar un poco el pánico escénico que me da en las disertaciones. Tengo muy mala base del colegio, fui una alumna mediocre que en vez de preparar las disertaciones y pruebas, se pasaba leyendo libros grandotes bajo la mesa, entonces eso me ayudó mucho a desarrollar estas aptitudes medias literarias y raras, pero también hizo que me volviera una persona con poca confianza para exponer ante el resto. Pero en general me gusta el periodismo, fue una carrera que nunca pensé en estudiar pero a la que mi mamá siempre supo que entraría. Y creo que tal vez es la única que me gusta, porque hasta el momento no han inventado la carrera de mis sueños.

¿Qué tendría que tener esa carrera?
Más literatura, más surrealismo. Talleres de reflexiones, salidas a terreno en donde desarrollemos las sensibilidades y no sólo la oralidad. Un periodista no sólo es un comunicador, sino un forjador de ideas y si voy a ser una periodista en el futuro, me gustaría exponer buenas ideas.

¿Qué piensas de la soledad y el amaretto sour? ¿Buena mezcla?
Es una buena mezcla. Me deja absoluta e irrevocablemente feliz. No quiero que pienses que soy una alcohólica, de hecho, pocas veces tomo algún trago cuando salgo porque manejo y en ese sentido soy muy responsable. Pero la soledad es algo muy mío, disfruto la soledad de una forma que pocos comprenden porque también la sufro, lo que no quiere decir que sean conceptos distintos. Disfruto de esa pena se saberme ser humano y estar condenada a las penurias y alegrías de los mortales corrientes porque es la condición con la que todos nacimos, sólo que yo le pongo un poco más de atención y disfruto de darme cuenta de cómo funciona.

Para finalizar, ¿qué es la vida para ti?

Hay un disco de Coldplay que me encanta. Se llama “viva la vida” y cuando lo escucho, realmente me llega. Tiene temas lentos al punto de ser depresivos, como también sonidos que hacen que se me ponga la piel de gallina. Definiciones de vida hay un montón pero no tengo la mía. Debe ser porque aún no le encuentro mucho sentido a estar de pie en este planeta, pero créeme que lo estoy buscando. Cada mañana cuando despierto me pregunto qué hago aquí y hacia dónde voy. Me cuesta imaginar a una María Luisa vieja, con harto carrete en el cuerpo, por lo que pretendo hacer lo que se me dé la gana cada día, a ver si logro alcanzar la luminosidad mental y comprendo el sentido de la vida. Si el alzhéimer y la artritis aún no me consumen, escribiré un libro al respecto.

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