viernes, 24 de octubre de 2008

Girando te vas olvidando


Ahora que lo pienso, no es tan terrible sobrevivir con ello. Tú no lo sabes, ni siquiera lo sospechas. Me lees tranquilo un viernes por la noche, con la cabeza sumergida en la agenda que te recuerda que pronto tienes que dejarme. Intento evitar ver la imagen. Siento que vomitaré entrañas si mantengo la vista fija en ella. Te cuento que me molesta mucho, tú ni siquiera sospechas porque me molesta.

Tengo la impresión de que se nos acabaron los temas. Allá, muy lejos, quedaron las noches en vela donde sólo nos mirabamos los iluminados rostros proyectados de una cámara en la lejanía de la madrugada. Siempre hacías chistes... aún no sabemos de qué hablar... ¿Te lo preguntas? Yo me lo pregunto, y sé que ni lo sospechas.

Me decías que tuviera cuidado, que habían fantasmas escondidos en las sombras de los muebles, la radio, la lampara de pie. Sonreía, sin maquillaje, realmente sin maquillaje alguno.

Como hemos cambiado, como me duele enterarme que ya ni sospechas lo que antes sabías antes de que yo te lo dijera.

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