viernes, 13 de noviembre de 2009

Me caigo mal

Me cae mal la María Luisa de estos últimos meses. Me cae tan mal, que he intentado acabar con ella de sofisticadas e innovadoras formas, pero nada me resulta. Parece inmortalmente fría, terriblemente extremista, fatalmente triste.

Termino de comprobar que ya no la aguanto y que necesito quitarme sus muecas falsas de encima para poder continuar con la pesadumbre de hechos que se encarga de repetirme una y otra vez. Como un disco rayado, ella me repite que el mundo se va a acabar cuando los pensamientos de gente muerta se disuelvan, me repite que no tiene sentido seguir en pie si en cualquier momento se le apagará la tele y que su deceso será equivalente al estado antes de nacer. La nada absoluta. Me aterra que siga hablando tonteras, me carga que siga ahí, convencida de que siempre tiene la razón, refugiándose en libros de magia. Como si allí fuera a encontrar la solución a su deplorable estado mental. Ya no sé que hacer con ella. Tampoco quiere escucharme cuando le digo que tiene capacidades que se pueden potenciar. Parece que ni siquiera ella asoma un atisbo de amor propio, porque no le interesan ni sus uñas, ni los pensamientos hirientes que suelta en voz alta, ni lo que pasará con ella al día siguiente.

He tratado de convencerla de que haga planes para que por lo menos se sienta un poco útil. Que en vez de andar anotando cositas sin sentido que suenan graciosas pero que están completamente vacías, ordene su agenda con las cosas que debe y quiere hacer. Pero parece una máquina de producción en serie. La miro cada mañana, con sus arrebatos existencialistas, con su desprecio por la comida que sin embargo no le funciona para sentirse bien con su propio cuerpo, con sus ideas maltratadas, con sus silencios incómodos, con sus ganas desenfrenadas de sentirse viva pero sin querer mover un dedo para conseguirlo. La veo sufriente por esa soledad que ama pero que a la vez no la deja en paz. Una completa contradicción.

Yo la conozco y aún así, me parece tan extraña Sé que tiene toda la razón en aquel submundo multicolor de sus recuerdos, dentro de su cabeza. Pero temo que en la realidad se enfrasque en un sueño continuo, un sueño en donde no puede ser acompañada por nadie más que por sí misma.

Me cae mal la María Luisa. No es que quiera atacarla, pero simplemente no puedo soportar que no tenga ganas de seguir, sólo porque se aburre de que no exista magia a su alrededor. Sólo porque se muere de ganas de morir. Sólo porque tendré que seguir pegada a ella, hasta que deje de dictarme esto que estoy terminando de escribir.

1 comentario:

Julieth dijo...

Hola.. ps solo pase mirando algunos blogs y me encontre con el tuyo y Wow!!

Sabes aveces tambn suelo sentirme asi, no me reconozco! es como si alguien oscuro estubiera dentro de ti.. alguien que te dicta.. te ordena.. es complicado!!!

:/

Pero animo.. por que vendra un dia mejor en camino :)
Y por mi parte cuentas con una seguidora mas!

Bendiciones