lunes, 11 de mayo de 2009

Laguna

Cuando leí la prueba que estaba al frente, mirandome con esa palidez enceguecedora y haciendome burla con sus letras mal tipeadas, supe que debía superar el inglés en mi vida. Es que es muy triste saber tanto y a la vez tan poco... y como no tenía lápiz grafito, estaba condenada a escribir con lapicera algo que después no iba a poder borrar. Y se me hace difícil asumir cuán estúpida puedo llegar a ser, cuando olvidé que por intentar abrir un molusco con los dedos, me partí uno de ellos y al presionarlo a la lapicera, manché de sangre la hoja blanca.
Caminé, con los tobillos rotos debido a unas zapatillas que me quedaban medias justas. Nunca las quise ocupar porque eran celestes (uno de los colores que menos me gusta) y con rayas extrañas. Son re lindas pero a mi no me gustan y además, olvidé que me quedaban demasiado chicas para mis casi 40 que calzo. Me remolí los sesos intentando recordar porqué no las usaba, y cuando había caminado unas ocho cuadras, recordé que me trituraban el tobillo. Graso error habermelas puesto y peor fue tropezar con ellas en unos tubos de la reconstrucción de la avenida. Más tonta me sentí cuando Tobías (el perro) esquivó, de manera inteligentisima, el hoyo que yo no había sido capaz de ver. Y mientras pensaba en el dolor de pies, mi dedo sanguinario volvió a abrirse y a despachurrar sangre a diestra y siniestras. Más siniestras que diestras porque fue la izquierda, de todos modos, no tiene nada que ver con mi tendencia política ambigua.
Sólo sé que hay días de mierda y días de pensamientos mierdas. El problema es cuando esos dos días te coinciden, lo que suele suceder rara vez, como esas enfermedades extrañas que le dan a uno de cada cinco mil billones de nacidos vivos. Es más o menos lo mismo, sólo que en aquellos días, lo mejor es quedarse en casa sin zapatos, no tocar ningún molusco y evitar por sobre todo los tubos en el suelo.
Buenas noches.

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