miércoles, 14 de noviembre de 2007

Terremoto

Bueno, pasó lo inevitable. El Paulo lo presagió; dijo por la mañana "hace tiempo que no hay un terremoto" y a las pocas horas se desató lo peor. Claro, el muy desgraciado tuvo suerte porque el epicentro estuvo más cerca de mi cabeza que de la suya.

Pero creo que hay que mirarle el lado bueno a las cosas ¿no? Si esto hubiera ocurrido en Perú, habrían cientos de muertos y miles de damnificados. Aquí se cayó todo y la gente tiene crisis de pánico, pero estamos vivos. Empezar (al igual que finales de películas gringas, con la bandera de Chile al fondo y toda la parafernalia) por valorar el comportamiento de la gente en la calle y por nuestros siempre bien ponderados arquitectos.



La cosa fue mas o menos así; ayer fui al preuniversitario tempranito, asi que a las diez estaba aqui en el depto yo sola. Yo vivo en el piso 12, y siempre le he tenido un poco de susto al ascensor asi que cuando tengo tiempo, subo y bajo por las escaleras. Me puse a ver una serie del Sony tomando té verde. Sostenía la taza en mi mano y siento un sonido extraño. Cómo si una tropa de gigantes asesinos corrieran hacia el balneario.

- Temblor. Mierda.

(Hablo sola la mayoría del tiempo)

- Tranquila, tranquila. Va a pasar. No, no va a pasar.

Me levanté del sillón y abracé el televisor. Éste se apago y comenzó el cataclismo maldito, y sin detenerme a ponerme zapatos o buscar el celular, me dirigí a la puerta de calle como un zombie con energias sobrenaturales, pero la puerta no se abrió. ¡La puerta no se abrió! Era verdad lo que siempre me decían "María Luisa no te encierres en la pieza, si hay un temblor no vas a poder salir" Típico comentario de madre sobreprotectora, pero resultó ser cierto.

Pensé que me iba a morir áquí arriba sola, machucada por las botellas y copas que caían del mueble de la pared. Me puse a llorar, sabiendo que eso no solucionaría nada, y comenzó aún más fuerte, caminé hacia el centro del living donde no tenía nada que me cayera por la cabeza cerca y me tapé los oidos y cerré los ojos.

Cerré los ojos durante 50 segundos.

Cuando terminó, corrí a mi pieza, tomé la cartera, me puse las pantuflas y baje corriendo las escaleras. Abajo el panorama, no sé si pueda explicarselo con palabras.

Porque describir la sensación de angustia de las personas en las calles, las sirenas de alerta por toda la costa, las personas desmayadas, las señoras de edad que estaban afirmadas de las paredes llorando y pidiendo ayuda. Fue demasiado para mí.

Creo que estuve menos de cinco minutos abajo, hablé con el conserje y le pregunté si habían noticias de derrumbes o muertos en el peor de los casos y me dijo que no sabía nada. Así que volví a las escaleras y comencé a subir tranquila. En el piso 8 me detuve y me senté. Sola. Y lloré como una pendeja malcriada. ¿Mi hermana como estará? Fue lo primero que pensé. Mi mamá, el Osman... ¿Dónde habrá sido el epicentro? ¿Y si fue en Copiapó? ¿Cómo estará mi papá¿ ¿Y si a mi abuela le dio un ataque?. Pensé hasta en mi colegio... incluso recordé ese temblor, cuando hablaban de la guagua apocalípitica.

Decían que un camionero iba por la cerretera y se encontró un bulto en el asfalto, se detuvo y recogió el bulto y era una guagua que estaba llorando. Cuando le vió la cara se dio cuenta que era muy fea asi que dijo "¡¡chuta que fea la guagua!!" Y la guagua con sus ojos rojos y practicamente girando la cabeza le dijo : "¡Más feo será lo que pasará el 18 de abril!". Y tembló, por supuesto.

Recordé todo eso... Y luego llegué al decimosegundo piso, por si es que llegaba mi familia al departamento, llegué a limpiar un poco el desastre y entre sollozos intenté llamar a mi papá pero las lineas estaban muertas.

En el centro de la ciudad, unos segundos después del primer movimiento telúrico, Marisol Pradera (Mi madre) había sido la primera en bajar los cinco pisos del SII ubicado frente a la plaza. Desesperada ni se detuvo a recordar donde cresta había dejado el auto y pensó que sería mas facil hacer dedo (la muy ridícula) que irse en auto a buscar a su hija chica al colegio. Así que estuvo parada en la calle haciendole dedo a cuanto conductor encontró.

Y en el colegio, la Mona lloraba porque temía que su hermana grande (osea, yo) estuviera desmayada con crisis de pánico, intentando suicidarse por el balcón y gritando que se acerca el fin del mundo. Así que tomó su mochila y comenzó a correr al departamento. Llegó en 5 minutos.



Alguien golpeó mi puerta. Crucé los dedos para que fuera mi hermana y precisamente ahí estaba la Mona, chascona y colorada parada en el umbral mirandome con cara de perrito atropellado con sarna.

-¡¡TENIA MIEDO POR TI!! - Y me abrazó, llorando.

Uno por supuesto, como hermana mayor no puede largarse a llorar como Magdalena, tiene que representar una autoridad creíble y por eso nunca me ha gustado que la Mona me vea mal porque se supone que soy algo así como su madre fictisia. Y si una madre fictisia se largara a llorar se me caería el mundo.

La abracé y le dije bromas como "pero bebé, si el temblor fue pequeñito", "no pasó nada, mira no se cayó nada", "justo llegaste, estaba a punto de tirarme por el balcón". Le di un vaso de agua y le pedí que me contara como sintió el temblor en su colegio. Para calmarla y hacer hora, pero por dentro estaba desesperada, esperando que llegara mamá.

Y la Marisol Pradera entró rauda y veloz, bien colorada, nos abrazó, y nos dió un beso.

A los pocos minutos llegó el Osman y nos miró:

- Hasta afuera se siente el olor a copete desparramado.

Bueno y al final todo resultó bien. Ha sido una de las peores cosas que he vivido, recuerdo otros temblores cuando era más chica y abrazaba las piernas de mi mamá llorando. Pero ahora fue la Mona quien abrazó mis piernas y quien estuvo llorando a mi lado. Más que nada eso, la sensación de madre que tuve ni se las explico, pero creo que daría mi vida por la Mona y a veces soy más madre que hermana y más estricta que simpática.
Bueno, me fuí por otra rama. Espero que la gente esté mejor. Aquí es zona de catastrofe, pero no lamentamos muertos. Igual pese a todo somos un país bacan, sísmico, racista, miedosos, impuntuales, peleadores, pero no lo cambiaría.

No hay comentarios: